Opinión
Ver día anteriorJueves 27 de mayo de 2021Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Informe MacBride, los problemas de la comunicación
P

ara elaborar el documento que hoy conocemos como Informe MacBride, fue necesaria la creación (1977) de una Comisión Internacional especializada en el estudio de la problemática comunicacional solicitada por la Conferencia General de la ONU en Nairobi (1976). El cometido, no poco ambicioso, era estudiar la totalidad de los problemas de la comunicación en las sociedades modernas. Un equipo variopinto de 16 miembros asumió semejante compromiso y, desde el inicio de sus tareas, supo que la complejidad, amplitud y diversidad de las problemáticas sólo permitiría sentar un precedente trascendental ante un conjunto de problemas hasta hoy sin resolver.

MacBride decía que el marco en que se creó la comisión tampoco permitía demasiado optimismo en la previsión de las dificultades de la tarea que nos esperaba o en la obtención de conclusiones unánimes. Y hoy el problema ha empeorado dramáticamente. Eso no sólo establece la evolución de una dificultad sino la vigencia de las necesidades de estudiarla para resolverla. ¿Eso es posible?

Hoy, cuando la monopolización acelerada de medios de comunicación ha empeorado dramáticamente, necesitamos una comisión de nuevo género con atribuciones vinculantes y participación democrática basada no sólo en diagnósticos gubernamentales o empresariales sino, principalmente, de los usuarios, los trabajadores y los profesores con herramientas científicas des-colonizadas y des-colonizadoras, entre otros sectores.

En sus Conclusiones y recomendaciones, el informe veía, implícitamente, la necesidad de un trabajo de estudio internacional continuado capaz de articular una lista de tareas que recorren: fortalecimiento de la independencia y la confianza; fortalecimiento de las capacidades; diagnóstico permanente de las necesidades; caracterización de los retos particulares; integración de la comunicación al desarrollo; enfrentar el desafío tecnológico y sus asimetrías; fortalecimiento de la identidad cultural y las diversidades; reducir la comercialización de la comunicación; garantizar acceso a la información técnica; enfatizar la integridad profesional y las normas; proteger a los periodistas; garantizar la comunicación de los derechos humanos; asegurar la integración y la participación de las voces múltiples; promover la cooperación internacional en condiciones de igualdad; crear mecanismos internacionales democráticos; ampliación de los recursos financieros… una agenda inconclusa que no sólo fue perseguida distorsionada y enmudecida, sino que fue convertida en utopía ridícula al contrastarla con las monstruosidades cometidas por los monopolios mediáticos en su fase imperial (pp. 207-265).

Pero, ¿quiénes y cómo deberían sustentar una versión actualizada de la comisión que Sean MacBride dirigió? Hoy no hay mejor respuesta que la que proviniera de las bases sociales en lucha contra los estragos, económicos y culturales, causados por el esperpento monopólico trasnacional. Hoy no son confiables los organismos oficiales internacionales, incluida la Unesco incapaz de pronunciarse contra las aberraciones mediáticas del mercado hegemónico burgués, y que se ha convertido en oficina de recaudación de dádivas y criaderos de mecenazgos, para eludir la obligación de los estados en invertir, al menos, 10 por ciento de su PBI en cultura y educación. Cifra, por demás insuficiente y demagógica, que expresa, en términos reales, el interés verdadero del capitalismo por elevar el nivel de conciencia de los pueblos. Es decir, poco y nada. Destáquese siempre la excepción de los países víctimas de bloqueos que, a contracorriente de la barbarie imperial, generan vida cultural emancipadora intrínseca a la lucha por el buen vivir.

Nos urge una comisión internacional para el estudio de los problemas de la comunicación esta vez de los pueblos. Organizada científicamente con metodologías participativas sobre una problematización de nuevo género, que ordene las prioridades de abajo arriba, de lo general a lo particular, de lo simple a lo complejo, de lo urgente para los pueblos a lo relativo para las individualidades. Método dialéctico para una historia de la humanidad que ha debido presenciar las más aberrantes asimetrías entre desarrollos tecnológicos extraordinarios y barrabasadas ideológicas a mansalva. Urge una comisión que profundice en el Informe MacBride, que lo revitalice y lo supere. Está claro que si el Informe MacBride fue el producto teórico-práctico más elaborado de la Comisión Internacional para el Estudio de los Problemas de la Comunicación, tal logro es insuficiente a todas luces y que será requisito que una instancia actualizada de dicha comisión deberá contener capítulos vinculantes capaces de ascender a la práctica cada una de las determinaciones concluyentes de cada una de sus áreas de estudio y acción renovadas y renovables bajo un carácter de acción transformadora y permanente.

* Filósofo y director del Instituto de Cultura y Comunicación y Centro Sean MacBride, Universidad Nacional de Lanús.