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La digitalización va a presentar a la larga enormes problemas a todos los fotógrafos

Rodrigo Moya cuenta que durante más de 20 años ha trabajado en su acervo // El archivo se ha convertido en otra vida para mí, reconoce

Foto
Tehuana. Tehuantepec, Oaxaca, 1962. Fotografía que integra el libro Célebres y anónimos.Foto Rodrigo Moya
 
Periódico La Jornada
Sábado 22 de mayo de 2021, p. 3

La digitalización va a presentar a la larga enormes problemas de archivo a todos los fotógrafos, sostiene Rodrigo Moya, quien durante más de 20 años ha trabajado en su acervo, en el que tiene material para hacer no un libro, sino muchos.

En entrevista con La Jornada, Moya reconoció: “El archivo se ha convertido en otra vida para mí, que me mantiene ligado a la fotografía. Cuando llegué a Cuernavaca, hace 22 años, convaleciente, la foto había quedado atrás, igual que la labor editorial y la revista Técnica Pesquera”.

Cuando empecé a descubrir lo que había en el mar no le daba importancia, no lo consideraba foto de archivo ni con intención; por eso, algún tiempo cometí el error de decir que estaba retirado de la fotografía. No era cierto, hacía foto para la revista mensual. Me aficioné a todo ese mundo marino, que es muy rico; algún día haré algo sobre eso.

Moya añade que así fue como fluctuó el archivo, porque ahí estaba en miles de sobres con una acotación sucinta en máquina de escribir. Ahora está organizado muy profesionalmente; además, es un archivo abierto. Mucha gente lo consulta, sobre todo jóvenes.

Hablo de una foto anterior a lo digital. Con lo digital no me llevo bien, porque es un problema de archivar. Archivo todos mis negativos con un contacto. Cada foto la puedo ver. Además, tengo unas 15 mil copias. Tengo dos impresores que me se encargan de las fotos que van saliendo y voy agrupando por conjuntos.

Puntualiza: Un buen fotógrafo no puede existir sin un buen impresor, a no ser que él mismo lo haga, como Nacho López.

De cabeza en la máquina del tiempo

Relata que cotidianamente hago búsquedas en el archivo. No tengo trabajo, no estoy adscrito a ninguna redacción. Tengo tiempo libre. Para mí, ha sido muy beneficioso meterme de cabeza en el archivo junto con mi esposa, Susan Flaherty, quien es muy metódica, al contrario que yo, y me ayuda mucho. Es la directora operativa del archivo.

El también editor y escritor afirma que esa labor es muy gratificante para él, pues nunca competí; tuve cierta lejanía con los colegas, me llevé más con los redactores, porque era lector, gente de letras. Estudiaba la foto por mi lado, veía mis libros de fotografía. Eso me fue dando cierta solidez.

Asevera que la revisión del archivo es una máquina del tiempo: me lleva a lo que fui, a lo que hice, a lo que interesaba. Todo eso lo he clasificado por personajes, del campo, de la ciudad, del mar, retratos, con complicidad total del sujeto.

Dice que dejó el periodismo porque la revista que dirigió 20 años quebró. Nunca dejó de ser fotógrafo; aunque se retiró de la prensa en 1968, a veces lo llamaban, por ejemplo, para fotografiar a Gabriel García Márquez o a María Félix.

En el ordenamiento del archivo fui descubriendo cosas que no me habían interesado o estaban archivadas. Recuerda al periodista de origen portugués Antonio Rodríguez, quien me dejó una huella intelectual muy fuerte. Lo considero uno de mis maestros.