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El ciclo
J

ohn F. Kennedy dijo antes de asumir la presidencia de Estados Unidos en 1961 que estaba harto de leer acerca de cómo su gobierno planeaba otros 100 días de milagros y afirmó que: Todo esto no será terminado en los primeros 100 días. Tampoco se terminará en los primeros mil días, ni en la duración de esta administración.

Al respecto un par de cuestiones. Una se refiere a cuándo se debe fijar la estrategia, incluso cuasi definitiva, de un periodo gobierno. Ésta puede alterarse significativamente, como ha ocurrido con la pandemia. Otra es la pretensión de cualquier gobierno de cambiar, si no de modo definitivo, sí de manera significativa el curso de una nación en un periodo presidencial, o en dos, tal y como permite la Constitución de Estados Unidos. ¿Cuál es el papel de la incertidumbre? ¿Queda esta fuera de las consideraciones del gobierno?

Biden, a quien después de una muy larga presencia política, se consideraba un político centrista, fuerza ahora, por la situación política interna y las repercusiones económicas y sanitarias de la pandemia un giro sustancial en el gobierno.

En un entorno de mucha confrontación política y social, propone un cambio notable en la política pública, con un enorme y extendido gasto público y el alza de impuestos a los estratos más altos de ingresos.

Ciertamente que un gobierno electo ejerce para todos los ciudadanos. Pero siempre hay acomodos, algunos muy relevantes y necesarios en determinadas circunstancias y, también, maneras distintas de conseguirlos. Ahí está la esencia del arte de gobernar y los costos y beneficios que eso representa. Muchas veces los primeros sobrepasan a los segundos, como bien se sabe. Tal vez, ese sea uno de los más grandes dilemas de un gobierno. La historia política es la expresión de tales dilemas. Estamos en una época histórica en la que todo esto se manifiesta de modo abierto por todas partes.

Hoy es evidente que las sociedades exigen ajustes mayores. La época de la globalización a ultranza y de las políticas neoliberales ha generado onerosas consecuencias. El balance que se hace en general tiende a ser negativo. Muchas cosas ocurrieron en las últimas tres décadas y están aun en curso.

La pandemia ha exacerbado la situación y expuesto aún más las contradicciones que existen; muchas de ellas se exponen a flor de piel, otras, quedan soterradas. En general, la situación económica reinante se compara hoy con la Gran Crisis de 1929-33, por ciertas de sus características y las diferentes medidas que apuntan a los programas de reforma social del tipo que genéricamente se asocian con las que impulsó F.D. Roosevelt y las teorías macroeconómicas de Keynes.

Esos son puntos de referencia de una forma de ajuste que se requiere en las condiciones particulares de esta época. Podría verse como el cierre de un periodo asociado con las condiciones que caracterizan a los ciclos de Kondratieff. Se trata de un largo ciclo económico impulsado por el cambio tecnológico u otras fuerzas que desatan el auge de la economía y con una duración de 30 hasta 50 años. La onda expansiva del ciclo Kondratieff se acaba y es una referencia a diversos componentes, más que un fenómeno expresable en un modelo matemático, de ahí el interés que suscita. En el caso actual puede asociarse con el agotamiento de la forma establecida de la globalización a finales de la década de 1980.

Los cuatro años de alta confrontación política y social de la presidencia de Trump, están propiciando ahora un retorno de la profunda intervención estatal en la economía. Biden ha usado sus primeros 100 días para plantear un enorme y variado plan de gasto público. Para marcar tal momento señaló: haber administrado 200 millones de vacunas contra el coronavirus; la reapertura de la mayoría de las escuelas; un plan de asistencia económica (pagos directos a las familias, ayudas a gobiernos locales, seguro de desempleo, apoyos nutricionales y a veteranos de guerra, créditos impositivos). El plan se ha valuado en alrededor de 5 trillones de dólares (según se mide allá); la eliminación de las reducciones de impuestos aplicada por el gobierno anterior y la reversión de las políticas ambientales y migratorias. El costo de esta fuerte intervención será cubierto en parte con deuda pública y otra parte con incremento de los impuestos a las corporaciones y a los individuos con los ingresos más altos.

Todo esto es controvertido, no sólo por la oposición convencional a pagar más impuestos, cuestión que ahora se agrava con la extrema postura del Partido Republicano que se opone a las medidas de intervención, en un Congreso en el que Biden tiene una mayoría muy restringida.

El debate exhibe las discrepancias en cuanto a las repercusiones de una política fiscal tan proactiva y apoyada explícitamente en materia monetaria por la Reserva Federal. El impacto del alza de impuestos en el gasto agregado, especialmente en la inversión, la creación de empleos y la inflación es un asunto muy debatido entre los especialistas y tiene un componente ideológico muy grande.