Opinión
Ver día anteriorViernes 26 de marzo de 2021Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
La megaminería canadiense
E

l pasado 17 de marzo, durante su conferencia mañanera, el presidente Andrés Manuel López Obrador emitió una serie de señalamientos en torno a las posturas de incumplimiento que han asumido dos mineras canadienses frente a sus obligaciones sociales y fiscales, y advirtió que de persistir en el desacato de las leyes mexicanas el gobierno federal podría retirarles las concesiones.

Según el Presidente, esta situación no es general, pues se trata sólo de dos casos entre cien empresas mineras que trabajan en México bajo supuestos esquemas de responsabilidad empresarial, lo que en la visión del mandatario se traduce en pago de impuestos, pago justo a los trabajadores mineros y, en último lugar, en el cuidado del ambiente.

Incomprensiblemente, AMLO puso como ejemplo de presuntas buenas prácticas a la minera estadunidense Newmont-Peñasquito en Mazapil, que hasta 2019 fue propiedad de la canadiense Goldcorp: Hay empresas que son ejemplares, [es el caso de] la minera de Mazapil, en Zacatecas, que le paga bien a los trabajadores, que ayuda a las comunidades, que cuida el medio ambiente, que no se destruya el territorio. Y pidió que todas las mineras canadienses que trabajan en México hagan lo mismo que hacen en Canadá, no queremos que hagan más que eso, que paguen impuestos como pagan en Canadá, que traten bien a los trabajadores, como sucede en Canadá, y que cuiden el ambiente, que no destruyan el territorio, como están obligados a hacer en Canadá.

Si bien es de valorar que, por primera vez, un presidente mexicano se atreve a señalar los abusos y prepotencias de dos mineras canadienses en activo, lo cierto es que también queda en evidencia que AMLO mantiene una idea equivocada respecto de lo que representa la megaminería, particularmente la canadiense. Lo mismo podemos decir del concepto que guarda sobre Canadá como país que exige a sus mineras cuidar el ambiente en territorio canadiense.

Hemos mostrado en otras ocasiones las evidencias sobre las múltiples violaciones a los derechos humanos que han perpetrado empresas mineras canadienses contra poblaciones, principalmente pueblos originarios, que en Canadá han experimentado la llegada de la megaminería a sus territorios, sobre todo proyectos de tajo a cielo abierto para extracción de metales preciosos.

Los corporativos canadienses no sólo reproducen en Canadá prácticas de despojo, de persecución judicial y criminalización de opositores a sus proyectos, sino que también aplican una narrativa verde para hacer apología de sus ecocidios, además de ayudar a las comunidades repartiendo migajas para limpiar su imagen bajo la criminal propaganda de la responsabilidad social corporativa. Cierto que en Canadá pagan impuestos, pero también obtienen enormes ventajas fiscales del Estado canadiense para estimular las inversiones bursátiles y con ello la especulación financiera en las bolsas de valores de Toronto y Vancouver, casinos del extractivismo mundial, donde los corporativos juegan con el futuro de infinidad de poblaciones y sus territorios en todo el mundo, Canadá incluido.

La narrativa sobre el cuidado del ambiente por los proyectos mineros, condición que simple y llanamente es imposible, cuanto más si se trata de megaminería de tajo a cielo abierto. Los impactos destructivos e irreversibles que en los ecosistemas y todas sus formas de vida provoca el neoextractivismo minero, sobre todo sus megaproyectos, son una verdad de Perogrullo.

Es incorrecto afirmar que Newmont-Peñasquito, en Mazapil, cuida de que no se destruya el territorio, cuando lo que en realidad está en marcha es una de las mayores catástrofes ambientales de que se tenga memoria en México, lo que no es menor cuando se considera la nutrida cantidad de irremediables desastres que en los últimos años ha heredado la megaminería, canadiense o no, a las futuras generaciones de mexicanos.

El piropo a Newmont-Peñasquito ha sido puntualmente respondido por la bióloga Marisol Aburto Zepeda, doctoranda de la UNAM, quien desde 2015 estudia las afectaciones ambientales y sociales del megaproyecto Peñasquito. Mediante una Carta al Presidente publicada en La Jornada Zacatecas el pasado 19 de marzo, Aburto le cuestiona al Presidente si conoce la zona que han destruido primero Goldcorp y ahora Newmont, porque de conocerla, jamás se hubiera dicho lo que dijo sobre esta trasnacional minera ante la evidencia de la catástrofe provocada por una de las minas a cielo abierto más grandes del mundo.

AMLO también se refirió al caso de la Minera San Xavier (MSX) como ejemplo de mal comportamiento de una empresa canadiense que, en complicidad con los gobiernos de Fox y Calderón, devastó Cerro de San Pedro. Sin embargo, el caso de MSX no se reduce a mala conducta empresarial, sino que ha sido un delito ambiental y patrimonial perfectamente documentado que se mantiene en la impunidad. Tan es así que MSX, a pesar de haber pisoteado las leyes mexicanas, mantiene la posesión de las concesiones mineras en Cerro de San Pedro. ¿Será que las mineras, canadienses o no, nos siguen viendo como país de conquista?

* Investigador de El Colegio de San Luis