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Fragmentos de una mujer
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▲ Fotograma de la película de Mundruczó
¿H

asta qué punto la pérdida de una bebé puede trastornar la estabilidad de un matrimonio? ¿Qué sucede cuando la pérdida ocurre minutos después de su nacimiento, cuando el parto parecía ya exitoso y la tragedia se precipita como una maldición atroz o un castigo inmerecido? En Fragmentos de mujer (Pieces of a Woman, 2020), octavo largometraje del húngaro Kórnel Mundruczó (Johanna, 2005; Delta, 2008), y primero en lengua inglesa, una secuencia inicial de 24 minutos coloca al espectador frente al drama de un parto complicado, donde la ausencia de la partera programada da lugar a la intervención de una suplente y a la consecuente incertidumbre sobre el buen manejo de la situación. Luego de este largo preámbulo, cuyo realismo extremo se aproxima al cine del rumano Cristian Mungiu (Cuatro meses, tres semanas, dos días, 2007), el argumento escrito al alimón por Mundruczó y su esposa, la guionista Kata Wéber, se concentra en describir las consecuencias anímicas de esa desgracia.

Martha (Vanessa Kirby), la joven madre que asistió angustiada a la súbita muerte de Yvette, su bebé que parecía fuera ya de peligro, experimenta ese despojo absurdo como una enorme injusticia en la que no hay, en rigor, un verdadero responsable, excepto la posible impericia o negligencia de Eva (Molly Parker), la partera sustituta, asunto que se dirimirá de forma judicial. Queda evidentemente el aspecto moral, la manera en que Sean (Shia LaBeouf), el esposo, tendrá que lidiar con una cónyuge pasmada en el estupor y en oscuro resentimiento que le prolongará el duelo, o la reacción de los padres de Martha, una pareja adinerada en la que domina la voluntad áspera de Elizabeth (Ellen Burstyn, magistral), con el sordo conflicto que mantiene con Sean, ese yerno incómodo, modesto empleado en una construcción, de quien jamás ha esperado gran cosa. Pero el eje real en torno al cual gira toda la trama es la propia Martha, para quien, después del infortunio, cualquier propósito sentimental o laboral, inclusive vital, parece haber perdido todo sentido.

El propio Kórnel Mundruczó señala: Quise hablar acerca de un tabú que en mi opinión existe verdaderamente. Las mujeres que pierden a sus bebés se ven relegadas a un aislamiento. La gente, en torno suyo, sencillamente no sabe cómo lidiar con esas pérdidas trágicas, y eso sucede lo mismo en la sociedad que en el seno de las familias. Quise también situar la historia en un medio que conozco y que me es cercano, el de los sobrevivientes del Holocausto, del que Martha es sobreviviente, por tercera generación, por lo que se trata de saber cómo se manejan esas tragedias y cuáles son las huellas que podemos legar a nuestros hijos. En Fragmentos de una mujer, el peso de la culpa provocado por la muerte de la bebé se extiende a todo el círculo familiar de Martha como punto culminante de una serie de agravios e infortunios acumulados. Por un lado, Sean reacciona al dolor por medio de la disipación sexual o el abuso alcohólico, mientras que en la matriarca Elizabeth aflora la amargura por la manera en que su hija ha organizado (o malogrado) su vida sentimental a lado de Sean. Esa exasperación la impulsa a buscar a todo precio un culpable y a elegir como chivo expiatorio ideal a Eva, la partera criminal por negligente.

A propósito de esta nueva cinta de Mundruczó, se ha mencionado su posible cercanía con Manchester junto al mar (Kenneth Lonergan, 2016), ambientada también en Massachusetts y que es otro relato sobre la intensidad del duelo, como lo vive un hombre moralmente anonadado por ser el responsable imprudente de la muerte accidental de su familia cercana. En este tipo de narraciones se perfila invariablemente un atisbo de redención moral, y el caso de Fragmentos de una mujer no es una excepción a la regla. Lo interesante aquí es el paso de un drama femenino, muy íntimo y doloroso, a un registro social más amplio, donde cada personaje exhibe, muy a pesar suyo, las flaquezas o las mezquindades de esa organización familiar en apariencia armoniosa antes de la tragedia, y que al momento de judicializar mañosamente su propio duelo y hostigar a la partera, ostenta una carga de intolerancia e insensibilidad frente a la cual el espléndido personaje de Martha habrá de medirse moralmente. En la sutil observación de ese duro conflicto interno radica el atractivo principal de este estreno reciente de la plataforma Netflix.