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Un programa de exterminación
N

adie puede negar la importancia histórica de los movimientos feministas. Es también evidente que los avances de la liberación femenina no son los mismos en todo el planeta. Mientras en algunas civilizaciones se lucha contra la mutilación sexual sufrida por las mujeres; en otras, logrados la paridad de sexos en diversos dominios y el respeto a las diferencias sexuales, se exige, incluso, un James Bond actuado por una mujer. Así, hoy, el feminismo se ve rezagado por el neofeminismo aquí y allá. Cierto también que, como otros movimientos de liberación, el feminismo tiene numerosas variantes, tradicionales o radicales.

Numerosos libros se han publicado en las últimas fechas sobre el papel de la mujer y la condición femenina. Puede acaso señalarse que el lenguaje utilizado en muchos de ellos ha ido creciendo en violencia, aunque ésta no sea una novedad. Traducido al francés y reditado actualmente en Francia, ya en 1967, apareció en Estados Unidos un breve volumen titulado SCUM Manifesto, de Valerie Solanas, con el subtítulo Asociación para cortar los hombres en pedazos, acrónimo de Society for Cutting up Men. Panfleto donde se exalta la superioridad de las mujeres sobre los hombres. Preeminencia consecuente si se acepta el texto de Solanas donde “el macho es un accidente biológico; el gene Y (macho) no es sino un gene X (hembra) incompleto, una serie incompleta de cromosomas. En otros términos, el hombre es una mujer fallida, un aborto congénito. Ser hombre es tener algo en menos, tener una sensibilidad limitada. La virilidad es una deficiencia orgánica, y los hombres son seres afectivamente inválidos. El hombre es por completo egocéntrico, prisionero de sí mismo, incapaz de compartir o de identificarse a otro.... No conoce las pasiones del espíritu ni los intercambios mentales No es más que un muerto-vivo... Mucho más desfavorecido que los simios, pues, al contrario de éstos, presenta un abanico de sentimientos negativos –odio, celos, desprecio, náusea, culpabilidad, vergüenza, duda–. Ni siquiera dotado para la función de semental, suponiendo que posea una competencia puramente técnica –muy raro en verdad–, no se puede detectar ninguna sensualidad, ningún humor en su forma de venirse. Hembra incompleta, los hombres quienes envidian la vagina”.

Suave inicio de este panfleto de la dulce Valerie Solanas, el cual irá in crescendo. Puesto que la ciencia pronto hará posible la reproducción sin los hombres (hoy una realidad), e incluso sin las mujeres, la solución es exterminarlos. Así como destruir las producciones masculinas: guerra, matrimonio, poder, finanzas, religión, gran arte, educación, prensa y tantos inventos nocivos destinados a la sumisión femenina. En fin, la ciencia irá muy lejos cuando se independice de mandarinatos y machismo. Podrá, entonces, vencer la enfermedad, alcanzar la inmortalidad y volver inútil la carga de la maternidad.

No se trata, pues, de igualdad, sino de superioridad, ni de paridad, cuando puede suprimirse a los machos. Cabe recordar que la encantadora y rebelde Solanas pasó a la acción al disparar en 1968 a Andy Warhol.

La actual edición francesa de SCUM se acompañó de un epílogo de Michel Houellebecq. Tal vez se supuso que la virulenta rebeldía de Solanas iba bien con el nihilismo misántropo y misógino de un provocador. El epílogo comienza: Siempre he considerado las feministas como amables pendejas, inofensivas en su principio, por desgracia vueltas peligrosas por su encantadora ausencia de lucidez. Las protestas feministas se desataron ante los sarcasmos de Houellebecq sobre sus logros: el amor lésbico, un condimento erótico para el hombre; el ingreso al mundo profesional, un ingreso a la esclavitud.

Fin de la historia, el escándalo dio lugar a una nueva edición sin el epílogo y los coleccionistas se precipitaron a adquirir el volumen antes de ser retirado de librerías. Al parecer, el delirio se vende mejor que la reflexión.