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Sueño que me regaló un 6 de enero
H

oy llegaron los Reyes Magos. Desde que aprendí a escribir, me recuerdo redactando una lista de deseos que cambiaban cada año. Sólo una petición permanecía: Quiero a mi mamá. Esas noches de 5 de enero significaban la expectativa de que, al despertar, ella estaría en casa. Nunca sucedió.

Los rituales de rosca, cartas y regalos cambiaron cuando tomé conciencia de que mi madre, Alicia de los Ríos Merino, fue detenida-desaparecida de manera forzada por cuerpos policiales y militares el 5 de enero de 1978 en la colonia Nueva Vallejo de la Ciudad de México, en un contexto contrainsurgente mal llamado guerra sucia.** Las tertulias previas a su esperada llegada se transformaron en conmemoraciones privadas en las que su madre, su padre, su hija, su hermano y hermanas nos preguntábamos sobre su destino.

Durante estos 43 años ha sido nuestra obligación demostrar frente a las instituciones que mamá existió y que, además, fue desaparecida por agentes estatales.

Hoy ya no le escribo cartas a los Reyes Magos, ni al presidente de la República o a un general, y comprendí que ni los agentes o los mandos de la Federal de Seguridad ni de la Brigada Especial, mejor conocida como Brigada Blanca, fueron los únicos en conocer los lugares en que mantuvieron detenidos y desaparecidos de manera forzada a cientos de hombres y mujeres en la década de1970, entre ellos a mi mamá. Para realizar esa práctica y posiblemente eliminar a las personas, debieron estar involucrados más participantes y debió haber testigos que observaron, callaron y no se opusieron. Los desaparecedores también debieron tener una familia que observaba sangre ajena en ellos.

Hoy, en este contexto de incertidumbre que nos hace valorar profundamente la vida de quienes más amamos, apelo a la buena voluntad, la conciencia y la ciudadanía de esos familiares, vecinos y compañeros de los agentes de la Brigada Especial que provenían de la División de Investigación para la Prevención de la Delincuencia (DIPD), la Dirección Federal de Seguridad (DFS), la Dirección General de Policía y Tránsito (DGPT), la Policía Judicial Federal (PJF) y las policías judiciales del DF y del estado de México, así como la Policía Militar y la Policía Judicial Federal Militar.

Si su padre, abuelo, tío, esposo o vecino patrullaba en brigadas de cuatro agentes en automóviles no oficiales; si vestía de traje, no portaba uniforme y estaba armado de manera permanente; si ingresaba de manera cotidiana al Campo Militar número 1 o viajaba a otros estados en el avión de la DFS, entonces es casi seguro que supo de lo que ocurrió con nuestros padres, madres y compañeros. Y la información que ustedes tengan, por intrascendente o vieja que les parezca, puede significar mucho para quienes continuamos necias en conocer el paradero de nuestros familiares.

Sus padres, abuelos, tíos, esposos o vecinos también fueron colocados en las sombras de la historia por sus propios mandos superiores. Para lograr encontrar a nuestros amores no se requiere que nos digan el nombre de los suyos. Tan sólo dennos los datos que pudieron escuchar: lugares dónde buscar, de los mandos que se enriquecieron con la muerte, de los documentos que no hemos encontrado.

La historia nos ha enseñado que las violencias de Estado se implementan con legitimidad y consentimiento de diferentes sectores de la sociedad. Si vivimos en un país con más de 70 mil personas desaparecidas, significa que lo habita una sociedad apática que se abstiene de participar en la solución de las crisis humanitarias. Pero eso no es un destino fatal ni tenemos que formar parte de ello. Finalicemos esos combates del pasado. Ayúdennos a esclarecer el destino de tantas personas buscadas. Es asunto de ustedes y de nosotros.

Hoy tenemos la oportunidad de ayudar a cambiar el futuro de un México que ha sido convertido en una fosa gigantesca, llenándonos a miles de familias de un dolor injustificable que no termina. Dense y dennos la oportunidad de quitarnos las sombras de encima: cualquier información que consideren relevante la pueden dirigir con toda confianza al siguiente correo electrónico: [email protected].

Soy Alicia de los Ríos Merino, hija. Llamarme igual que mi madre nos une en más de un sentido: en esa circunstancia se resumen las marcas que su detención-desaparición ha dejado en mí, en todas nosotras y nosotros que queremos, necesitamos saber dónde están los nuestros.

Agradezco con el corazón en la mano su atención y la decisión de enviarnos esta información.

* Doctora en historia, hija de Alicia Ríos, desaparecida política.

** Entre el 4 y 5 de enero de 1978, la Brigada Especial realizó un operativo donde fueron detenidas y posteriormente desaparecidas cuatro personas: José Hugo González García, Alejandro Mares Montaño, Leticia Galarza Campos y Alicia de los Ríos Merino. También fueron ejecutados tres jóvenes: Esteban, Pedro y Antonio Solís Rodríguez.