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Desde el otro lado

El último out

E

sto no se acaba hasta que se acaba es un viejo dicho en el beisbol cuyo significado es que no puede decirse que un juego ha terminado hasta que cae el último out. En ocasiones es en la última entrada de las nueve que consta un partido regular, debido a que puede haber un empate entre los contendientes. Por esa razón es necesario jugar hasta que haya un ganador.

La analogía de este breviario deportivo tiene sentido debido a que algo parecido sucede en Estados Unidos, en donde se daba por sentado que las elecciones habían concluido. No es así para 150 representantes y 12 senadores republicanos que consideran que todavía no ha caído el último out. Insisten en que fue fraudulenta, no obstante que un buen número de sus propios compañeros de partido (gobernadores, senadores y representantes) las han validado. Más aún, las demandas interpuestas por el Partido Republicano para que fueran anuladas en algunos estados también se desecharon en todas las escalas del Poder Judicial, incluida la Suprema Corte.

Tras haber agotado todas las instancias legales, ahora se preparan a boicotear el protocolo de la certificación que el Congreso hace en cada elección. El hecho es que no hay forma de revertir un proceso que ha sido certificado por el Colegio Electoral; a final de cuentas, Biden y Harris tomarán juramento como presidente y vicepresidente el 20 de enero.

Así, el juego debió terminar en la novena entrada, cuando se contaron los votos y el candidato demócrata superó al republicano por más de 7 millones de sufragios y por 306 contra 232 votos en el Colegio Electoral. Pero debido a las maromas circenses del liderazgo republicano, encabezado por su líder virtual Donald Trump, han obligado a que innecesariamente se jueguen varias entradas extra hasta que, parece ahora sí, caerá el último out de la elección presidencial.

Pero como rezaba otro popular dicho de antaño, cuando Jalisco pierde, arrebata, ahora los republicanos tratan de arrebatar otra elección, la de Georgia, en la que se disputan los dos escaños en el Senado que pudieran definir la mayoría en ese recinto. Desde ahora han empezado a poner en duda el proceso, alegando irregularidades no probadas en el que, de acuerdo con los sondeos, van adelante los dos candidatos demócratas. ¿Cuánto más se alargará este juego? Habrá que preguntar a Trump, McConell y demás juglares que los acompañan.