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De acuerdos e incongruencias // ¡Lo que hacen no tiene madre!

C

hantaje de por medio (los cambios a la ley sólo cerraría la posibilidad de cientos de miles de oportunidades de empleo y acabaría con muchos puestos de trabajo existentes), en octubre de 2012, a escasos días de aprobada la nueva ley laboral (cortesía de Felipe Calderón y a favor de los patrones) que legalizó el outsourcing, el Consejo Coordinador Empresarial exigió al gobierno la eliminación de los candados innecesarios y las limitantes excesivas en materia de subcontratación, es decir, un reclamo de la misma cúpula de la iniciativa privada que ayer firmó un acuerdo tripartita (gobierno, empresarios y líderes obreros), mediante el cual, supuestamente, se compromete a regularizar plantillas y resolver el problema del abuso de la tercerización de personal”.

¿Cómo compatibilizará aquella exigencia con su actual compromiso –firma de por medio– en el citado acuerdo? Quién sabe, pero el hecho es que la cúpula empresarial no tiene la menor intención de aceptar cambio alguno en las reglas del juego (tal vez cierto maquillaje, pero no más), pues lo único que le interesa es cuánto crecen sus utilidades y no cuánto aumenta la pobreza con la práctica del outsourcing.

Y entre las exigencias de ayer y los compromisos del presente, encontramos una bella perla: el 29 de septiembre de 2012, tras la aprobación de la nueva ley laboral que legalizó el outsourcing, el entonces coordinador de Movimiento Ciudadano en San Lázaro, Ricardo Monreal, en el pleno de la Cámara de Diputados gritó a tricolores y blanquiazules: ¡lo que están haciendo no tiene madre!

Pero ¡sorpresa!: cuando en octubre de 2019 el dirigente nacional de los mineros, Napoleón Gómez Urrutia, presentó una iniciativa de ley sobre outsourcing, el político multicolores Monreal, ahora coordinador de Morena en el Senado (y a favor de los que en 2012 no tuvieron madre), congeló cualquier posibilidad de avanzar en la materia, porque, según dijo, sería una falta de respeto (a los empresarios), incumplirles y tomarles el pelo (a los mismos), de tal forma que los acuerdos (los suyos) se respetarán. ¡Yo empeñé mi palabra! ¿Qué tal? De ese tamaño los representantes populares.

No sólo entre la fauna política se registra ese tipo de detalles. Por ejemplo, la cara visible de los barones del dinero, Luis Niño de Rivera, a la vez presidente del consejo de administración de Banco Azteca (el de Ricardo Salinas Pliego) afirmó que la Asociación de Bancos de México está 100 por ciento a favor del convenio (citado líneas arriba).

Qué bueno, pero algo no cuadra: el sector financiero es de los que utiliza masivamente el esquema de outsourcing, desde mucho antes de que Felipe Calderón y sus borregos en San Lázaro lo legalizaran. De hecho, se ha documentado que a partir de 2007 en algunas instituciones de ese mundillo tal práctica creció como la espuma, hasta involucrar a 100 por ciento de las plantillas de personal que labora en esas instituciones financieras.

Entonces, el propio Luis Niño de Rivera debería ser más cauteloso con sus declaraciones, si pretende algún grado de credibilidad, porque 100 por ciento del personal del banco que preside (Azteca, el de los abonos chiquitos) labora por outsourcing. No es el único caso, desde luego. Por ejemplo, la trasnacional española BBVA (antes Bancomer) mantiene a 100 por ciento de su plantilla (salvo al director general) bajo el esquema de subcontratación.

Al cierre de septiembre pasado, de acuerdo con la información de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, 50 por ciento de los empleados de la banca privada laboraba por outsourcing, pero los banqueros no tienen empacho alguno en apoyar el citado acuerdo tripartito, es decir, están de acuerdo con regularizar sus plantillas laborales y resolver el problema del abuso de la subcontratación. Congruencia, ante todo.

Las rebanadas del pastel

Lo menos que pueden hacer los mexicanos es rendir homenaje a los médicos, enfermeras y demás personal del sector salud: el Senado de la República decidió otorgar la medalla Belisario Domínguez a todos ellos por su incansable lucha para salvar vidas, aun a costa de la propia.