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En tiempos de desastre recurrimos a la creatividad, no lloramos: Dolce y Gabbana

Los célebres diseñadores italianos mil por ciento preparan videos para colecciones de alta costura que remplazarán los desfiles

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▲ Los creadores Stefano Gabbana (izquierda) y Domenico Dolce en su palacio milanés.Foto Afp
 
Periódico La Jornada
Martes 8 de diciembre de 2020, p. 9

Milán. Los diseñadores italianos Domenico Dolce y Stefano Gabbana creen que la crisis provocada por la pandemia del coronavirus ha sido fuente de innumerables problemas, pero también una oportunidad para la creatividad.

Bloqueados por esta circunstancia, los célebres modistos se sintieron de nuevo como en sus inicios, a mediados de los años 80, según expresaron durante una entrevista realizada en su palacio milanés, donde se encuentran grabando minivideos para las colecciones de alta costura.

Esos trabajos, algo que la firma siempre ha apreciado, se van a transmitir en Internet y remplazarán al tradicional desfile debido al Covid-19.

–¿Cómo viven ustedes, como creadores, este periodo tan particular? –se les pregunta.

–Tanto Domenico como yo –responde Stefano Gabbana, de 58 años– somos personas positivas y no estamos decepcionados por el hecho de que no podamos hacer algunas cosas, aunque, por supuesto, todo es más difícil.

Hay que recordar que cuando nació la marca, en 1984, sólo teníamos 3 millones de liras (unos mil 800 dólares). Hicimos abrigos con vellón porque no podíamos confeccionarlos con cachemira y ropa con jersey por falta de dinero para comprar telas más valiosas. Esa situación se puede comparar con la actual: no podemos comprar esto o hacer aquello, así que se agudiza la inventiva. Cuando Domenico y yo estamos bajo presión damos lo mejor de nosotros. Amamos los desafíos.

–Eso hace parte de la italianidad –asegura Domenico Dolce, de 62 años–. Somos realmente mil por ciento italianos. En tiempos de desastres, recurrimos a la inventiva, a la creatividad; no se para ni se llora por el destino, se reacciona con optimismo, siendo positivos.

–La situación es complicada para el sector del lujo, que registrará una caída de las ventas de más de 20 por ciento en todo el mundo este año. ¿Cómo le va a la firma?

Stefano Gabbana: La mayor parte del trabajo se lleva a cabo en línea. En algunos países las tiendas están abiertas, como en China; en otros no, en particular en Europa y en Estados Unidos. Hemos registrado un crecimiento de 170 por ciento en cuatro meses en el comercio en línea, porque todo el mundo compra así. Esta situación tiene su lado positivo, pues nos estamos adaptando a un nuevo modo de adquisición, que estaba muy desarrollado ya en Estados Unidos y en América del Sur.

No estábamos seguros

–¿Cómo se las arreglaron para crear esta colección de alta costura?

Stefano Gabbana: Contamos con todos los recursos humanos internos, modistas, bordadoras. Todo se hace en Milán. Lo logramos poco a poco, no estábamos seguros de ello.

Domenico Dolce: Los desfiles de alta moda se planifican generalmente con seis meses o incluso un año de antelación, así que terminamos por preguntarnos qué es lo más importante en este momento. Realizar un desfile clásico nos parecía algo inútil, un poco estéril. Al principio, Stefano quería hacer algo y yo estaba un poco en contra, no quería hacer nada, pero él insistió. Para nosotros, esta colección fue terapéutica. Quizá la situación que nos bloqueaba por un lado, nos desbloqueó por otro. Nos sentimos libres de romper las reglas.

Stefano Gabbana: En esta colección hemos propuesto prendas bastante clásicas, como un vestido negro para mujeres maduras, mientras para las más jóvenes rompimos con todo lo que se podía y reconstruimos de una manera completamente nueva.

–¿La crisis ha cambiado la forma de trabajar de ustedes?

Stefano Gabbana: Antes teníamos mucho por hacer, el ritmo era frenético; ahora se ha ralentizado.

Domenico Dolce: Teníamos esa ansiedad de tener qué hacer, de falta de tiempo. Ahora, y eso nos produce felicidad, tenemos tiempo para pensar. Volvimos como a los años 1985-86. Hemos redescubierto la alegría de saborear nuestro trabajo.