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Saqué el odio contra Cortés: Pedro Miguel
Reportero y corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 2 de diciembre de 2020, p. 4

La máxima estupidez de Hernán Cortés fue no declarar la independencia de México; con el poder que tenía hubiera podido conseguirla; en cambio, nos condenó a tres siglos de Colonia, dijo el periodista Pedro Miguel durante la presentación de su novela El último suspiro del conquistador en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.

Durante la charla desarrollada este lunes, el colaborador de este diario recordó que Cortés se apoderó del centro económico, político y cultural más importante de Mesoamérica, tejió alianzas con otros núcleos que se sentían oprimidos, pero se acobardó.

El título publicado por el Fon-do de Cultura Económica se originó, refirió Pedro Miguel, cuando al escribir una columna en La Jornada se le ocurrió contar un relato de cómo Hernán Cortés llega al siglo XXI.

La historia se convirtió en una suerte de novela por entregas y después resolvió que había que convertirlo en libro, tras un proceso de una década, mencionó el autor. El centro es una captura del alma de Cortés por un almero, quien enfrasca almas de los difuntos.

La figura del almero aparece en un libro de Carlos Navarrete, antropólogo y arqueólogo que recoge tradiciones chiapanecas. Cuando lo leí tuve una primera pista de qué tecnología podía yo usar para mis malévolos propósitos, sostuvo el autollamado escribidor.

Para sacarme el odio contra Cortés, escribí una novela sobre lo que le pasó después de que se murió. Se me pasó el enojo porque creo que le hice una canallada gorda, una venganza fuerte.

Sobre el trabajo periodístico que realizó en paralelo a la novela, Pedro Miguel se dijo agradecido por conocer a Julián Assange, quien está preso de manera muy injusta y lo quieren muerto. Sea Trump o Biden, lo odian muchísimo por haberlos desnudado.

La investigadora Silvana Ravinobich reseñó que la narración “lleva al lector con vertiginosa estrella por los registros más lejanos de nuestra lengua, y va de la crónica del siglo XVI a la del narco, de los tecnicismos fantasiosos de un laboratorio de física al de la extrema precisión en el arte de un almero maya; de los bajos fondos parisinos a lo más sórdido del lenguaje policial mexicano.

“Me atrapó su ritmo narrativo, su manera de tejer los días en el trasvase de la historia grande y la chica, la pública y la privada, y entre el espacio y el tiempo. Encontré entrañables a sus personajes en quienes trasparece una humanidad digna del autor.

La idea de enfrascar el alma del conquistador le vino a Pedro por su propia experiencia de un ánima que lo desborda. En esta novela la amistad salva vidas, aunque siempre por caminos desopilantes.

La obra es una semilla utópica, un raro grano ético, una apuesta por la esperanza que se cuelan por las fisuras que atesoran los seres maltrechos, es decir, todos nosotros, dijo.

El periodista Andrés Ruiz destacó que Pedro Miguel logró dotar a la narración de una fluidez y las mismas intensidad y curiosidad con la que impacta al lector página tras página. Es una novela que pareciera tan compleja de entender, algo muy abstruso, pero es una novela que se lee en el filo de la silla porque siempre estás cruzando fronteras. Vas de la historia y el tiempo, de atrás hacia adelante, de la ciencia ficción a la crónica de realidades.