Cultura
Ver día anteriorLunes 23 de noviembre de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
Mujeres zapotecas retoman la joyería orfebre para romper estereotipos y recuperar su identidad

Desde hace tres años, Natividad del Carmen Guerra elabora piezas de filigrana de alto detalle, un arte que sólo se atribuía a los hombres // Hoy las vende en el Istmo y Europa

Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 23 de noviembre de 2020, p. 8

Juchitán, Oax., El día que decidió que se convertiría en orfebre nadie le creyó; sus amigos y familiares pensaron que se trataba de una más de sus ideas. Tres años después, Natividad del Carmen Guerra Santiago es artesana de joyería tradicional orfebre y elabora piezas de filigrana de alto detalle. Sus obras de arte se venden en Europa, por medio de una diseñadora mexicana, y en el mercado local del Istmo de Tehuantepec.

Natividad es profesora por elección y orfebre por pasión; tiene 41 años y es de origen zapoteco; nació en Juchitán, Oaxaca, y su intención no es demeritar a los hombres joyeros, sino romper estereotipos.

En Juchitán y otros pueblos del Istmo de Tehuantepec, el arte de la joyería y la orfebrería es tradición, las mujeres lo usan como complemento del traje típico –enagua y huipil– que utilizan en sus fiestas patronales como parte de su cultura zapoteca milenaria.

Los aretes, cadenas y pulseras se elaboran de diversos diseños y al gusto de las clientas y, a pesar de que por la contingencia sanitaria se suspendieron las fiestas tradicionales, Natividad sigue creando.

Hace casi dos décadas, en Juchitán decayó el arte de la joyería de oro por la crisis económica; entonces, los maestros joyeros se adaptaron a las piezas de fantasía conocida como filigrana; actualmente, existen unos 100 artesanos, 98 por ciento son hombres y el resto mujeres, como Natividad.

Por años, se creía que sólo los hombre elaboraban la joyería y orfebrería, pero ahora puedo decir que también las mujeres; no es un oficio sencillo, pero lo hago y me gusta mucho dedicarle mi tiempo, mi espacio; por fortuna a mis clientas les gustan los resultados, comentó.

Así como usa pinzas y soplete, también diseña bocetos y crea detalles finos en sus piezas; eso la distingue, porque cuida cada forma en sus creaciones de fantasía.

Reconoce que lograr esa maestría no fue sencillo, porque implicó conjugar una variedad de herramientas que descubrió conforme iba elaborando cada pieza; además, detectó que cada material, sea cobre o plata, requiere muchos cuidados.

La orfebrería llegó a ella por el terremoto de magnitud 8.2 que dañó severamente la vida de los juchitecos en 2017; fue entonces que decidió complementar su profesión con un oficio y se inscribió en un curso que impartió un maestro orfebre en Tehuantepec.

Cuenta que su mamá también le mostró el gusto por la joyería, porque durante mucho tiempo fue comerciante y la impulsó a coleccionar joyas de fantasía.

Natividad nunca pensó elaborar sus propias alhajas, pero ahora siente satisfacción por sus logros y está dispuesta a compartir su saber con otras mujeres para que este arte siga vivo a través de manos femeninas.

Mis amigas me preguntan si es fácil elaborar piezas; no es difícil. Lo que se requiere es mucha paciencia y que te apasione, como a mí. Puedo pasar horas sentada (haciendo joyas); incluso, me ha amanecido, pero no lo veo como algo tedioso, sino como que llena de satisfacción.

La pandemia del Covid-19 le ha pegado a su economía, al punto de que se han abaratado los costos, pero resiste, no le queda más que seguir diseñando piezas que espera algún día vender por todo el mundo.

Piezas con valor cultural

En la capital de Oaxaca, a más de 250 kilómetros de Juchitán, vive Xinaxi López Charis, arquitecta de raíz zapoteca que hace tres años incursionó en el mundo del diseño de joyería a través de su página Stagabe’ ñe, con su propuesta de recuperar la vida de los pueblos mediante este arte.

Ella no los elabora, pero sí los diseña porque quiere que las piezas tengan valor cultural, que no sólo se usen por usar, sino que porten identidad.

Camarones, peces, armadillos, moscas y diseños antiquísimos, que usaban sus tías y abuelas, forman parte de su colección que oferta en un espacio del restaurante de su madre, Nereida Charis, de quien reconoce su ayuda y motivación; además, gracias a ella conoce parte de las historias que traduce en joyería.

Para esta joven diseñadora, valorar lo que hacen los joyeros tradicionales es justamente promover su obra en otros mercados, locales e internacionales.

Xinaxi López elabora los bocetos con las historias y narrativas orales de sus tías y amigas de su mamá, en Juchitán, y se los envía a los artesanos, quienes recrean las piezas en oro, cobre o plata.

Es una forma de ayudarlos; con la crisis económica, los joyeros dejaron de hacer piezas de oro y, al mismo tiempo, éstas tienen un valor cultural importante, porque cuentan historias. No son un simple par de aretes, sino parte de la cultura zapoteca, concluyó.