Opinión
Ver día anteriorDomingo 8 de noviembre de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Tumbando caña

Jerry Masucci, el arquitecto de la salsa

C

onocido como el arquitecto de la salsa, Jerry Masucci es la figura clave en el desarrollo del fenómeno musical latino más relevante de nuestro tiempo. Abogado de profesión y sagaz para los negocios, construyó uno de los imperios más sólidos y relevantes de la música afroantillana, Fania Récords.

Originario del Bronx neoyorquino, su historia se exalta como la del típico triunfador que, al margen de los antagonismos de la sociedad capitalista, logró escalar los puntuales más altos de la fama y por consiguiente de dinero, apoyado tan sólo en una gestión imaginativa y en una confianza ilimitada de las posibilidades de la libre empresa.

Su negocio fue la música, aunque, paradojas de la vida, jamás le había llamado la atención. Lo suyo era litigar, asesorar a personas con problemas judiciales y, a través de su despacho, arremeter cobranzas contra clientes difíciles.

Según me contaba en cierta ocasión que coincidimos en La Habana, su acercamiento al negocio de la música se produjo cuando fue llamado por el flautista dominicano Johnny Pacheco para que lo representara en un juicio de demanda contra un empresario incumplido. Durante el proceso tuvieron mucho acercamiento y, entre charla y charla, Pacheco confío a Masucci su intención de hacer un sello discográfico para no tener que lidiar con tanta mezquindad y manipulación existente en la industria musical.

Masucci se entusiasmó con la idea y decidió participar en la empresa arriesgando los limitados ahorros de su familia, la cual le prestó 3 mil dólares para financiar el primer proyecto del músico caribeño, un disco propio titulado Cañonazo (1964), que incluía una pieza llamada Fania, de la que fue tomado el nombre para bautizar a la incipiente y prometedora discográfíca.

La Fania Records comenzó a lo pobre. Pacheco y Masucci iban de tienda en tienda ofreciendo los primeros acetatos de la agrupación del dominicano, que en ese momento era la única ficha de la casa. Sin embargo, dos años después de ese primer lanzamiento, ya tenían contratado a Larry Harlow, El judío maravilloso, un pianista proveniente del jazz y el rock que al conocer el sonido caribeño cambió sus preferencias musicales. Al mismo tiempo firmaron al bajista Bobby Valentín y meses después serían fichados el tumbador Ray Barreto y el trombonista Willie Colón; éste último portador de buenas nuevas para la música latina.

Paulatinamente y con base en empeño y dedicación, la incipiente empresa Fania creció, al grado de que para 1978 ya tenía contratados en exclusiva a más de 100 artistas, entre vocalistas instrumentistas y arreglistas, amén de que su volumen de ventas rebasaba 5 millones de dólares.

De esta manera, la pequeña inversión familiar, espléndidamente administrada hasta el último centavo por este judío italoamericano, retribuyó jugosas ganancias, ya que ese mismo año Masucci declaró 3 millones de dólares en propiedades, incluidas la emisora WBMJ Radio Rock, de Santurce, Puerto Rico, y un reluciente Rolls Royce que transitaba las avenidas Nueva York con un llamativo rótulo en el que se podía leer Salsa No. 1

En la Fania, Jerry Masucci operaba como el genio financiero, mientras Pacheco funcionaba como el talento musical, a cuyo cargo estaban las producciones discográficas, mismas que se repartían en tres grupos, las dedicadas a la orquesta Estrellas de Fania, integrada por instrumentistas y cantantes provenientes de las agrupaciones exclusivas del sello matriz; las realizadas por cada agrupación bajo contrato con la casa disquera, y las relativas a cantantes relevantes que no contaban con orquesta y a los que había que dotar de una.

Con estas argucias de Pacheco y las enormes dotes empresariales de Masucci se logró construir el imperio Fania empresa discográfica convertida en una maquinaria de proporciones increíbles que inauguraba o compraba casas disqueras, distribuidoras, radioemisoras… al tiempo que ubicaba lo que sus músicos producían en un sitial importante del mercado musical estadunidense, aunque esta última actividad no tuviera impacto entre el público no latino.

(Continuará)