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Despertar en la IV República

Fraude electoral bajo la lupa

C

omo parte del Programa Universitario de Estudios Sobre la Democracia (que dirige John Ackerman) ha aparecido el libro de Walter M. Arellano, Bajo la lupa: Análisis de casos relevantes en la elección de 2018.

Con buena presentación y bien escrito, aporta una visión inédita de los fraudes cometidos en 2018. Arellano supone que esas elecciones pudieron darse gracias a un enorme voto popular a favor de AMLO. Contradice mi posición de que en aquellos comicios históricos no hubo el fraude usual y que fueron relativamente limpias. Arellano revisa muchos puntos oscuros, la guerra sucia, campañas del miedo, las brutales irregularidades en las elecciones de Puebla, la candidatura de El Bronco. Aplica el análisis de casos y obtiene hallazgos interesantísimos. Valdría la pena un estudio a las elecciones de 2019 y 2020.

Es muy interesante el rescate de las definiciones del fraude y de las posibilidades de declarar nula una elección (pp 120-130). Los fraudes denunciados son graves y múltiples, pero no al punto de anular los comicios. Todos esos ilícitos están en la ley en un enorme catálogo de conductas aisladas. Pero el gran fraude que se ejerció en México desde 1919 a 2012 fue un operativo desde el gobierno federal. La ley no regula todavía esta conspiración que los expertos llaman el fraude genérico (hay una iniciativa para discutirse en este periodo legislativo). Es apasionante estudiar el gran fraude genérico, tal como se dio en México. En una operación administrativa de alto nivel decidida por el presidente de la República, el secretario de Gobernación y otros personajes protagónicos. Un mecanismo de defensa del viejo sistema, el cual se mantenía en el poder por las buenas o las malas.

Esta operación involucraba no sólo a sectores claves de la administración pública, sino a una legión de donantes privados, en el fondo inversionistas y a otra legión de comunicadores y aliados. El fraude se orquestaba y las acciones se supervisaban. Nunca falló.

En 2018 hubo irregularidades y fraudes como los que señala Arellano, pero no hubo un fraude genérico y los que observábamos el proceso no constatamos la orquestación. Al contrario. El poder público se refrenó y la elección de 2018 fue limpia y justa.

Colaboró: Mario A Domínguez