Opinión
Ver día anteriorSábado 7 de noviembre de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Los cazadores de microbios
A

11 meses de haberse dado los primeros casos de Covid-19 reportados en una alejada provincia de China y a nueve de que se supiese de la llegada de la enfermedad a México, la que se consideraba que por sí sola terminaría permitiéndonos regresar a la normalidad en unas cuantas semanas, ha dado lugar a una de las más agudas crisis sanitarias, económicas y sociales sufridas por la humanidad, no obstante los grandes avances científicos y tecnológicos del siglo XXI. Con más de 30 millones de casos registrados hasta ahora, distribuidos en todos los confines de la Tierra, lejos de empezar a disminuir como ha sucedido con epidemias pasadas, en este caso la pandemia parece resurgir con renovados bríos en el hemisferio norte, seguramente debido a los descensos de temperatura, lo cual ha llevado a la población a reunirse en locales cerrados, donde los riesgos de contagio son necesariamente mayores.

En este contexto, y pensando en nuestro país, es importante contestarnos dos preguntas centrales: ¿cuáles son las causas de esta terrible experiencia y qué debemos hacer para superar el problema?, lo cual nos lleva a conocer la historia de las grandes epidemias y a partir de ellas pensar en soluciones que nos permitan salir adelante con el menor costo posible de vidas humanas, y de daños económicos, tanto para la población con menos recursos, como para la misma economía nacional. Me parece importante la información que aparece en el libro Juan el peregrino, del escritor finlandés Mika Waltari, y en Los cazadores de microbios, escrito por el biólogo estadunidense Paul de Kruif.

En el primero, el autor nos narra una terrible epidemia ocurrida en Ferrara, en la primera mitad del siglo XV, cuando en esta ciudad se celebraba el Concilio que pretendía unir a la Iglesia católica romana con la Iglesia ortodoxa bizantina, a fin de hacer un frente común que evitara la caída de Constantinopla ante el ataque inminente del imperio turco. Frente a la llegada de la epidemia, los religiosos reunidos para discutir a fondo las diferencias entre ambas iglesias no tuvieron otra opción que echarse la culpa unos a otros por la incapacidad de ponerse de acuerdo en torno a una serie de temas irrelevantes; pensaban o creían que la epidemia era un castigo impuesto por Dios y nadie se atrevía a buscar remedios para detener la epidemia, ante el temor de terminar en la hoguera, acusado de brujería o de pretender evitar el castigo divino.

El libro de Paul de Kruif, en tanto, narra una serie de historias que se inician alrededor de 1675, cuando un joven holandés llamado Antonio Leeuwenhoek, observó, a través de los lentes de un primitivo microscopio fabricado por él, unos organismos diminutos que podían reproducirse en segundos; lejos de lograr la admiración de sus vecinos, éstos se rieron de él, pero debido a que continuó con sus experimentos, terminaron pensando que sus actividades y explicaciones indicaban que se trataba de un hechicero que debía ser enviado a la hoguera, salvándose sólo por la existencia de una sociedad inglesa que agrupaba a científicos como Isaac Newton y Robert Boyle. En las décadas siguientes Luis Pasteur, Robert Koch y Emilio Behring, lograron avances en sus tareas como cazadores de microbios; descubrieron que muchos de los seres diminutos que veían en los microscopios, eran los causantes de las enfermedades y no espíritus enviados por deidades para castigar al hombre.

Luis Pasteur logró fabricar la vacuna antirrábica, mientras Robert Koch descubría el microbio o bacilo responsable de la tuberculosis, permitiéndole después producir vacunas y fármacos para combatir la enfermedad, responsable de miles de muertes en los siglos XVIII, XIX y XX. Por su parte, Behring descubrió la vacuna contra la difteria, que cada año mataba a miles de niños y jóvenes en Europa y América. Estos científicos y muchos otros cazadores de microbios tuvieron trayectorias similares en cuanto a errores cometidos en sus luchas contra los microbios, los sentimientos de envidia de quienes no pudieron lograr mayores éxitos y los reclamos de otros por los errores de estos hombres de ciencia, así como sus reconocimientos por los miles de vidas humanas que salvaron. La lectura de este libro puede sernos útil en el contexto de la pandemia actual.

No tengo duda de que el doctor Hugo López-Gatell, hoy encargado de dirigir la lucha contra el Covid-19, ha leído este libro, enterándose así de la suerte que depara a quienes se dedican a cazar a estos microrganismos criminales. Esto nos explica su tranquilo comportamiento ante las críticas continuas de quienes por antagonismos o por el pago de sus servicios se han dedicado a poner en duda las cifras que él y sus colaboradores informan a la nación sobre la evolución de la pandemia, como parte importante de sus quehaceres cotidianos en esta lucha contra este virus que ataca a los seres humanos que hoy conforman la población de nuestro planeta. Ciertamente, en esta lucha se han cometido errores, tanto en sus predicciones como en el manejo de la pandemia, sin embargo, ésta ha sido parte misma de la historia de todos los cazadores de microbios.

Finalmente, es importante mencionar que el alto porcentaje de decesos, comparado con los registrados en otras naciones no es imputable a nuestros actuales cazadores de microbios, sino a los altos índices de pobreza, resultantes de las políticas y la corrupción de los pasados cinco gobiernos, así como a los altos funcionarios de salud en los gobiernos anteriores, que permitieron y quizá participaron en el desvío de los recursos médicos que estuvieron a su cargo.

* Director general del ILCE