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o esencial del debate energético que se suscitó ante la queja de un grupo bipartidista de congresistas de Estados Unidos de que el gobierno de México viola el espíritu del T-MEC en materia de energía, quedó aclarado por Andrés Manuel López Obrador en la letra de la versión revisada del tratado. En el rubro de energía se consigna que sólo quedó establecido en dos párrafos el derecho absoluto, soberano, de México para decidir en materia energética. Explicó que cuando se presentó el proyecto original en el anterior gobierno, había capítulos que comprometían, que dañaban nuestra soberanía y no los aceptamos.

Desde los 1980 la presidencia del Banco Mundial (BM) sugirió llevar Pemex a un punto de venta. De ese mandato viene la reforma energética de 2013 de Peña et al. Un atraco con aplauso de la codicia oligárquico-imperial a sabiendas de que el negocio petrolero se magnifica con el de la electricidad. No les importó violar la Constitución ni el rechazo de la ciudadanía que votó por Morena, alertada del desate corrupto de contratos leoninos y elaborados diseños de saqueo con niveles de criminalidad de cuello blanco contra la integridad financiera de Pemex y la Comisión Federal de Electricidad (CFE), una ofensiva captada con excelencia documental en sus detalles en Pemex RIP, de Ana Lilia Pérez (Penguin, México, 2017).

En el revelador reportaje La CFE es el activo más importante del país, de Israel Rodríguez ( La Jornada, 27/10/20), se informa que esa observación del ex senador Manuel Bartlett Díaz, actual director general de la CFE, fue sustentada durante su participación de siete horas en el análisis del segundo informe de Gobierno ante la Cámara de Diputados. En esa ocasión se refirió a la campaña de desprestigio a la que es sometida la CFE desde hace décadas. Tal parece que en el poco tiempo que lleva el nuevo gobierno, los logros y mejoras en CFE son sustanciales. Dato en mano, Bartlett mostró que la CFE es, en efecto, la empresa con los mejores resultados comparados con las que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores. Es el activo más importante del país. Para Bartlett, las quejas de los congresistas de Estados Unidos tienen un olor vinculado a intereses. Agregó que “lo que les interesa a las empresas nacionales y extranjeras es apoderarse del mercado mexicano, que vale 4 billones ( trillions en Estados Unidos) de dólares.

Es claro que los congresistas de Estados Unidos, republicanos y demócratas, se quejan ante el histórico rescate de Pemex y la CFE, estratégicos entes públicos por décadas sometidos, luego del estallido de la crisis deudora de 1982, a un régimen acreedor a ultranza sobre virtualmente toda la economía de México, con especial atención e interés, más que codicioso, compulsivo, en el sector energético nacional. Algo similar se observó en otras naciones latinoamericanas también sometidas a esa condicionalidad fondomonetarista de sistemático saqueo. Recuérdese con Éric Toussaint que la de 1982 fue la cuarta de las crisis de la deuda externa de América Latina del siglo XIX al siglo XXI. La primera, de diciembre de 1825 a los años 1850; la segunda, de 1876 a los primeros años del siglo XX; la tercera comenzó en 1931, como prolongación de la crisis de 1929 hasta finales de los años 1940, y sobre la cuarta, dice Toussaint textual: Estalló en 1982 ligada al giro tomado por la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) en materia de tipos de interés, junto a la caída de los precios de las materias primas... Terminó en 2003-2004, cuando la subida de los precios de las materias primas aumentó enormemente las rentas en divisas. Los países de América Latina se aprovecharon también de tipos de interés internacionales que habían bajado enormemente como consecuencia de las decisiones de la Fed, seguida por el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra, a partir de la crisis bancaria en el norte iniciada en 2008-2009 (p. 15) (Éric Toussaint, Sistema deuda: historia de las deudas soberanas y de su repudio, Icaria & Antrazyt Barcelona, 2018, pp 15-16).

El programa privatizador de ajuste estructural fondomonetarista (PAE) fue dictado, impuesto desde la condicionalidad acreedora privatizadora y desnacionalizante atada a todas las líneas de crédito del BM y Banco Interamericano de Desarrollo, siempre bajo la línea macroeconómica del Fondo Monetario Internacional (FMI), liberalización comercial y a la inversión extranjera directa, desregulación del sector privado, reforma, abatimiento de impuestos al alto capital. Se sabe que la tasa de ganancia de la actividad petrolera junto a la electricidad es más alta que como empresas separadas. Es ese negocio lo que reclaman diputados y senadores, molestos además por el rechazo mexicano al endeudamiento alentado por los fondomonetaristas. Ya lo hicieron antes de la debacle de 1982, gestada por el inusitado aumento en las tasas de interés de la Fed, de 6 por ciento a 17 por ciento, por lo que la deuda fue impagable, pero se la hizo cobrable con la mira en Pemex-CFE, principales ejes de acumulación.

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