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Disquero
Hermann Scherchen, el prodigio recuperado
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▲ Hermann Scherchen (1891-1966).Foto ©DG Archive Hermann Scherchen Foundation c/o Myriam Scherchen
 
Periódico La Jornada
Sábado 31 de octubre de 2020, p. a12

Lo mejor del año Beethoven: la redición de las Symphonies 1-9. Overtures de Beethoven, dirigidas por Hermann Scherchen, de la disquera alemana Deutsche Grammophon.

Lo nunca antes escuchado: la sección de violas rasga el firmamento, los fagotes emiten rebotes trepidatorios, los cornos franceses estallan en oro, los violonchelos cantan, los alientos maderas parecen estar dentro de las bocinas: ahí viven; en cuanto oprime uno el botón de play, todo se activa.

Nunca antes escuchado porque los avances tecnológicos imposibilitaban la nitidez con la cual nos llegan ahora esas grabaciones, arrinconadas como estaban en lo monoaural, el gis del tocadiscos y otras inconveniencias técnicas.

Gracias a la tecnología, hoy la crítica de discos especializada europea no sale de su asombro ante el efecto estupefaciente de estas grabaciones: Hermann Scherchen hace sonar a Beethoven como el autor contemporáneo que es, afirman en coro.

Arrebato, esa palabra define al autor y a estas interpretaciones en disco.

Salvaje, ese vocablo define a Beethoven y a estas grabaciones remasterizadas a partir de los originales, grabados a principios de los años 50 en Londres, Viena y Berlín, en el sistema monoaural.

Eran tan poderosos los micrófonos instalados en esas sesiones, que los ingenieros de la Deutsche Grammophon no solamente rescataron los sonidos: los pusieron en su lugar original: al escuchar estas grabaciones, ahora podemos ver, literalmente, a la orquesta enfrente de nosotros: a la izquierda suenan los timbales, a la derecha rugen los contrabajos, salvajes, arriba truenan relámpagos de oro en las trompetas. Un prodigio.

En su libro El juego de ojos, Elías Canetti dedica muchas páginas a su amigo Hermann Scherchen, sus intimidades y sus cualidades, entre ellas su asombrosa capacidad de acentuar lo impactante y lo inesperado.

Canetti se impactó y sorprendió de ese efecto en los conciertos en vivo y en los ensayos. Esa experiencia la reproducen con fidelidad pasmosa los ingenieros de sonido en la serie de discos que aquí recomendamos: la caja de discos se puede adquirir a través de Internet, o bien degustar el contenido en Spotify, Apple Music, Deezer y otras plataformas.

Hace pocos días llegó una nueva app que supera a las mencionadas, se llama Primephonic y tiene varias ventajas sobre sus competidores: está especializada en música clásica y, he aquí la diferencia primordial, su calidad de audio es de alto rendimiento. Es el nuevo paso en la nueva era de la escucha: ahora la música es patrimonio de todos y está cada vez más cerca y con fidelidad que aspira a superar lo que ahora es la experiencia máxima para un audiófilo: la escucha en acetatos o vinilos, o bien en discos compactos con un buen sistema de amplificador y bocinas espacialmente distribuidas.

La experiencia de escuchar todas las sinfonías y oberturas de Beethoven dirigidas por quien ahora emerge como el nuevo campeón en la especialidad, nos brindan el retrato de Beethoven a la hora de componer.

Si estamos hablando del mejor intérprete, ahora redescubierto gracias a la tecnología, de Beethoven, Hermann Scherchen, citemos ahora al mejor biógrafo, descubierto por Ediciones Acantilado, en un hermoso libro de mil 455 páginas, Jan Swafford:

Para Beethoven, de componer es un proceso tan físico como mental; todo su cuerpo se ve involucrado en ello. Cada día, haga el clima que haga, camina por las colinas, los bosques y los senderos campestres, gruñendo, aullando y agitando los brazos mientras dirige la música en su cabeza, deteniéndose para escribir las ideas en los cuadernos de bolsillo que lleva consigo.

En las grabaciones de Hermann Scherchen que aquí hoy recomendamos, escuchamos lo nunca antes escuchado: Beethoven gruñendo, aullando y agitando los brazos.

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Es como en algunas buenas interpretaciones de las sinfonías de Mahler, por ejemplo las de Simon Rattle, donde escuchamos graznar a creaturas aladas de otros mundos mientras suenan el oboe, clarinete y fagot en tríos que parecieran compuestos por Edgar Allan Poe.

En las interpretaciones de Hermann Scherchen escuchamos gritos, aullidos, gruñidos, como solemos escuchar carcajadas en las sinfonías de Mozart o en sus conciertos para piano, en especial en el tercer movimiento de su Concierto 25, en la versión grabada por Daniel Barenboim, quien al mismo tiempo es solista y director, desde el piano.

El filósofo y musicólogo Theodor W. Adorno escribió en 1926 en Musikblätter des Anbruch: Las interpretaciones de las sinfonías de Beethoven realizadas por Hermann Scherchen están aterrizadas en el conocimiento de su relevancia y sobre todo su actualidad.

Es por eso que los críticos de discos europeos claman hoy: Estas interpretaciones de Hermann Scherchen hacen que Beethoven suene como un autor contemporáneo.

Hasta ahora, las discusiones a propósito de quién es el mejor intérprete de Beethoven sinfónico versaban alrededor del uso de los tempi: Furtwängler y Karajan, los más veloces. Sir John Barbirolli y Adrian Boult, entre los lentos flemáticos.

Siempre la convicción entre melómanos apunta hacia Carlos Kleiber, por su originalidad, honestidad (Karajan es el rey de los trucos efectistas, el amo del espectáculo) y nitidez de sonido. Suman ahora los expertos el nombre de Hermann Scherchen a esa pequeña lista, donde también resaltan Sergiu Celibidache y Claudio Abbado.

Lo que guía a Scherchen, apuntala Theodor W. Adorno, es su poderoso conocimiento de la Historia y la amplitud sin paralelo de sus fuentes musicales, además de su inmenso y atemporal poder de receptividad, que le permiten traernos al momento, cosas distantes y remotas.

En eso consiste el valor interpretativo que nos asombra en las versiones de Scherchen: esa capacidad que describe Adorno y que nos hunde en un cielo de placeres.

Adorno vislumbró en Hermann Scherchen a una nueva especie de directores de orquesta, plenos de poderes y de convicciones.

En los ocho discos (uno de regalo) que componen la caja Beethoven/Scherchen, escuchamos lo nunca antes escuchado: disonancias. Sí, disonancias. A Beethoven se le había colocado en un pedestal de estambre y lentejuelas: he aquí al Beethoven bonito y bueno, tan dulce aunque de pronto tan arrebatado.

La pequeña lista de párrafos arriba (Carlos Kleiber, Sergiu Celibidache, Claudio Abbado) está coronada por el nombre del anterior mejor director (todos mantienen, por su condición de seres superiores, su condición de el mejor, aunque sean varios) de las sinfonías de Beethoven: Nikolaus Harnoncourt, quien al morir dejó inconcluso un segundo ciclo con todas las sinfonías de Beethoven donde la hacía sonar tal cual es: salvaje, rugiente, aullador. Vivo.

Los melómanos del mundo están de plácemes: Hermann Scherchen nos recupera, como hicieron en su momento a pesar del mercado de consumo y los reflectores y las marquesinas (Karajan y todos los ídolos del hit parade), a un compositor que nos hace conscientes de lo que el poeta Schiller intuyó en Beethoven: que la música, la de Beethoven en particular, es el símbolo más apropiado de la afirmación de la libertad propia y del respeto por los demás.

He aquí, con Hermann Scherchen a la batuta, a un autor que toda la vida nos ha hecho sentir vivos: Ludwig van Beethoven.

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