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Hacia una nueva economía
L

a pandemia por el Covid-19 ha ocasionado más de un millón de pérdidas humanas y efectos profundos en la economía nacional y mundial. Las acciones impulsadas por el gobierno federal han sido acertadas en términos de mantener el equilibrio entre un gasto eficiente para la reactivación económica y las medidas aplicadas para evitar mayor endeudamiento del país.

La estrategia para apoyar a los que menos tienen permitieron que micro, pequeñas y medianas empresas tuvieran acceso a créditos que les brindaron la oportunidad de continuar con sus operaciones, priorizando también a los sectores más vulnerables de la población. Sin embargo, el distanciamiento social representa un reto para nuestra economía, ya que tradicionalmente, gran parte de las transacciones comerciales de compra y venta se realizan por medios convencionales y en establecimientos físicos, en lugar de hacerlo por la vía digital y otros mecanismos que facilitan la transición a la mencionada economía digital.

Durante los últimos meses, la Secretaría de Economía, con la de Bienestar en colaboración, puso en marcha una nueva plataforma tecnológica llamada mercado solidario, para acercar a las empresas con los consumidores. Los objetivos son incidir en la movilidad, promover el apoyo a los negocios pequeños e impulsar una relación más cercana y directa entre las partes. Al mismo tiempo, se ha buscado disminuir los efectos negativos de la pandemia sobre las empresas familiares y se han entregado alrededor de 1.5 millones de apoyos financieros a trabajadores independientes.

A pesar de los avances en materia de recuperación y diversificación de la economía nacional con la modernización del Tratado de Libre Comercio entre México y la Unión Europea, el mercado laboral continúa deprimido en su mayoría, tanto a niveles formal como informal, así como por los elevados índices de subocupación. Todo ello repercute en los bajos ingresos que se mantienen y ahora en una situación peor de crisis, lo cual alimenta la precarización y el rezago de los salarios mexicanos respecto a los medios internacionales, donde muy en particular nos encontramos entre los más bajos de América Latina.

Hoy más que nunca es necesario implementar un plan estratégico que pueda fortalecer la recuperación económica, apoyada en incentivar la inversión tanto del sector público como del privado nacional y extranjero. Pero también se requiere de otras medidas que coadyuven a reducir el impacto negativo de la crisis, como el ingreso básico emergente y la aplicación de un seguro de desempleo temporal, ya que México es el único país de los 37 miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que no tiene un seguro de desempleo.

Las críticas infundadas de la oposición, así como de los medios de comunicación conservadores, están buscando profundizar sus ataques contra el gobierno de la 4T, en una forma muy agresiva que a veces cae en lo irracional. Por eso, hay que dar respuestas rápidas para atenuar los efectos de una crisis que tomó por sorpresa a todo el mundo y que casi nadie estaba preparado para enfrentar. Pero de ahí a culpar a un gobierno, como el de López Obrador, de los contagios o las muertes es hasta irresponsable.

No cabe duda que habrá que promover diversas iniciativas de ley y puntos de acuerdo en el Congreso de la Unión que cambien la dinámica, a la vez que permitan restructurar algunas áreas del gobierno, si queremos avanzar más rápido hacia el control y eventualmente la terminación de esta fatal pandemia. Hay que realizar los cambios en las políticas y quizá en las personas que sean necesarios. Los males nuevos se combaten con imaginación, así como con herramientas y estrategias diferentes que nos permitan pensar en el futuro de México y no en los intereses particulares de unos cuantos.

La solidaridad humana está a prueba, pero también las acciones y políticas modernas y justas que faciliten avanzar en la recuperación del bienestar y la felicidad de todos. Es urgente refrendar la unidad y la fuerza de los cambios actuales y aquellos por venir. El futuro de un pueblo y de una nación no se puede detener por la avaricia y la ambición conservadora ni por la cerrazón de mentes retrógradas y obtusas. México lo requiere, y cualquiera que esté al frente de la mayor responsabilidad tendrá que rendir cuentas a su población; los resultados serán mejores en la medida que exista una planeación racional que conduzca a una economía más sana y sólida, a la vez que a una política social al servicio de todos.