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Nosotros ya no somos los mismos

¿Virus o entes? // Estrategia diferente // Absurda elección en Morena // Porfirio, hombre cabal

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▲ A ocho meses de haber empezado la emergencia sanitaria, el coronavirus ha causado más de un millón de muertes en el mundo; la imagen, en Israel.Foto Afp
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o hay en mi disco duro el menor registro de que nuestra especie, como tal, haya atravesado jamás por una etapa tan plena de peligros y riesgos mortales como ésta, la que comenzamos a padecer, según dato oficialmente reconocido a partir del inicio de 2020. En enero la Organización Mundial de la Salud emitió una declaración de emergencia de salud pública internacional. Este documento es como el acta de nacimiento del coronavirus, cuyo nombre de pila según consta en su fe de bautismo, es el de: severe acute respiratour y syndorome coronavirus 2 (SARS-COV-2). Su lugar de nacimiento fue Wuhan, ciudad de 11 millones de habitantes en el centro de China.

Si bien no es una de las mayores urbes de ese inmenso país, su situación geográfica la distingue por su creciente movilidad. Estas características seguramente influyeron para que en pocos días llegara a Tailandia el fatídico virus, donde se dio el primer brote fuera del gigante asiático. A partir de esas fechas la conocida expresión un fantasma recorre Europa volvió a tener vigencia, pero ahora a escala mundial y con un fantasma diferente.

Interesado en el tema seguí leyendo, preguntando y encontré la opinión del investigador Miguel Pita, doctorado en genética y biología celular y experto en citogenética y etología. Es catedrático de la Universidad de Madrid y profesor huésped de prestigiados institutos tanto de Estados Unidos como de nuestro país. Él sostiene que los virus no son seres vivos, sino entes con una tremenda vocación reproductiva. Los primeros estamos basados en células, los virus lo hacen en su material genéticos. Nosotros estamos constituidos por millones de células, el virus carece de ellas. Es sólo ARN.

Frente a esta opinión leí también la de la doctora Margarita del Val, líder del grupo de Investigación Inmunológica de la Universidad Autónoma de Madrid. Ella, experta en inmunobiología, sostiene la tesis de que el coronavirus tiene vida. Para mí los virus son seres vivos, son parásitos obligados, sin duda, pero de esto hay muchos ejemplos en el árbol de la vida, dice la viróloga. Nosotros mismos somos organismos simbiontes obligados (aunque no parásitos), ya que sin la microbiota que tenemos en nuestros órganos probablemente no seríamos viables como especie”. En síntesis, dice: el mecanismo de acción del coronavirus no parece propio de algo que no esté vivo. Esta afirmación viniendo de quien es no puede ser tomada al desgaire.

Mi interés era (es) provocar entre los conocedores reconocidos una discusión que permitiera reforzar, corregir o desechar las estrategias hasta hoy aplicadas en la lucha contra el coronavirus. ¿Si éste es un ser vivo o si sólo es un ente, la estrategia para combatirlo es radicalmente diferente?

Hace muchos años un viejo y sabio maestro rural, llegado a secretario de Gobernación, solía decirme cada vez que me aceleraba (como quien dice, con regularidad): Tejeda, ¿Si puedes preguntar pa’ qué adivinas? Desde entonces soy un preguntón profesional. Seguiré preguntado aunque nadie me conteste.

Pues el mismo lunes, en pleno matinis time, llegó a mi compu un correo que me retrotrajo a mis años de escolapio, con las inolvidables monjitas del colegio Antonio Plancarte, en Saltillo. La madre Eva era mi maestra de primer grado. Yo, como sor Juana Inés. aprendí a leer a los 3 ( Monsi me decía: ¿y porqué dejaste hacerlo desde entonces?), pero le tenía tal terror a la madrecita que, cada vez que me tocaba deletrear, enmudecía. Así me pasó ahora con los reclamos que me asestó una lectora a quien contesto de forma particular, tal como ella lo hizo pero, si así ella considera, podremos hacer público nuestro pequeño intercambio.

Los poco renglones que me faltan los tenía destinados a la absurda elección de la dirigencia del partido mayoritario, Morena. Ya el espacio no me lo permite, pero no me puedo acostar con el entripado de que se compare a los dos contendientes. No sé quién es Mario Delgado, además del cargo que ocupa en la Cámara de Diputados, pero sí sé lo que nunca ha sido. A cambio, conozco lo que ha sido y es Porfirio Muñoz Ledo. Seguramente todos los partidos opositores a Morena imploran al Altísimo por que no llegue. Su talento, experiencia, conocimientos, vida proba y compromiso de vida nos animan a revivir la esperanza de que el México de nuestros sueños juveniles tiene la oportunidad de acercarse a la realidad. Andrés Manuel no podría encontrar un apoyo más firme, enhiesto y solidario para enraizar las banderas de la 4T. Apoyar a López Obrador es la obligación moral más noble y patriótica que debemos, cada uno, cualquiera que sea nuestro puesto, cumplir a cabalidad. Por su edad no dudo que la presidencia de Morena no llegue ni siquiera a terminarla, pero quienes conocemos a Porfirio sabemos que desde siempre nunca aspiró a otra cosa que no fueran el honor, la gloria y el reconocimiento de su amor a México. No sólo porque lo merece, sino por nuestro propio bien, Porfirio se ha ganado el derecho de vivir o morir en la trinchera.

Twitter: @ortiztejeda