Opinión
Ver día anteriorSábado 10 de octubre de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Amor molusco
L

a relación entre el hombre y la fauna ha sido plenamente documentada por el cine, que ha buscado, generalmente bajo la marca Disney, de antropomorfizar a los animales, de hacerlos ver como émulos del comportamiento humano para hacerlos más comprensibles y cercanos.

Nada de eso ocurre en Mi maestro el pulpo, sorprendente documental exhibido en Netflix, dirigido por la debutante Pippa Ehrlich y el más experimentado productor James Reed, quienes tuvieron la suerte de conectar con Craig Foster, cinefotógrafo sudafricano que ha practicado el buceo con esnórquel desde la infancia. Foster es también el narrador de la experiencia que tuvo en las costas de su país natal con un pulpo hembra, a lo largo de un año, la duración de su ciclo vital, de buscarla diariamente en el bosque de quelpo donde habitaba.

No sé ustedes, pero la impresión que uno tenía del pulpo es la de un molusco bastante feo, una masa informe con ojos y ocho tentáculos, los cuales resultan muy sabrosos en un restaurante de mariscos. Mi maestro el pulpo viene a contradecirnos al revelar que el pulpo es un animal inteligente, susceptible de establecer una comunicación con el ser humano.

Sin reducirlo a mascota poniéndole un nombre cursi, Foster tiene ante todo una relación de respeto con el pulpo, por lo que se acerca a él con mucha cautela para no atemorizarlo. El hecho de no usar traje de buzo o tanque de oxígeno es fundamental para ese objetivo. Foster se familiariza con el animal siguiendo su rutina diaria, observando sus hábitos de caza y, sobre todo, su enorme sagacidad para evitar a sus depredadores.

En una de las secuencias más fascinantes del documental, Foster registra cómo el pulpo evade a un tiburón pijama (llamado así por sus rayas distintivas), intentando mimetizarse con los diferentes elementos de la flora submarina y, en un momento increíble, adhiriendo pequeñas conchas con sus tentáculos y formando una bola así decorada. Aún así, el tiburón lo ataca, pero no puede morderlo pues está protegido por las conchas. Finalmente, el pulpo se adhiere al lomo del tiburón logrando burlarlo por completo.

Sin embargo, lo más emotivo viene al final del ciclo, cuando el pulpo hembra se aparea con un macho. Según se muestra, la madre debe sacrificarse y alimentar con su esencia a los millones de críos a los que dará a luz. La voz de Foster incluso se quiebra y sus ojos se llenan de lágrimas cuando narra ese fatal desenlace. Lo importante es que hemos visto y aceptado al pulpo en sus propios términos. Nada se ha trampeado para hacerlo ver como humano. El propio buzo afirma que el animal le ha enseñado a sentirse como parte del lugar, no sólo como un visitante.

Por ese mismo respeto, el hombre no hace nada para salvar al pulpo en sus momentos finales.

Nunca pensé que me conmovería así el comportamiento de un invertebrado. Mi maestro el pulpo es, en efecto, una lección sobre la humildad del hombre ante los misterios de la naturaleza y la necesidad de preservarlos. (Yo, por lo pronto, tardaré un rato antes de comer un platillo de pulpo a la plancha).

D: Pippa Ehrlich, James Reed/ G: Pippa Ehrlich, James Reed/ F. en C: Craig Foster, Roger Horrocks/ M: Kevin Smuts/ Ed: Pippa Ehrlich, Dan Schwalm/ Con: Craig Foster/ P: Off the Fence, The Sea Change Project. Sudáfrica, 2020.

Twitter: @walyder