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La campaña del magnate, en apuros

El debate entre Harris y Pence fue más normal que el presidencial

Los candidatos a la vicepresidencia de EU abordan de manera superficial temas como la economía, el cambio climático, el aborto y la Suprema Corte

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▲ Kamala Harris, candidata demócrata a la vicepresidencia de Estados Unidos y senadora por California, en el debate de ayer con Mike Pence, su rival republicano, que se llevó a cabo en Kingsbury Hall, en la Universidad de Utah, en Salt Lake City.Foto Afp
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 8 de octubre de 2020, p. 26

Nueva York. El primer y único debate vicepresidencial fue un ensayo para los dos posibles sustitutos en jefe, ya que son los segundos de los dos candidatos presidenciales más viejos en enfrentarse en una elección en la historia del país –uno de los cuales está contagiado de Covid-19– pero el impacto de este acto será mínimo en una contienda que entra en la recta final y en la cual el barco electoral de Donald Trump, por ahora, se está hundiendo.

El vicepresidente Mike Pence enfrentó su tarea de tratar de rescatar una campaña que de repente está en riesgo de perder sectores claves, entre ellos el de la tercera edad y el de las mujeres. Para su retadora, la senadora demócrata Kamala Harris, la tarea era demostrar que está preparada para asumir el puesto presidencial si algo le sucede a Joe Biden, quien sería el gobernante más viejo al iniciar su mandato, si gana.

La senadora, ex fiscal y primera mujer de color (su madre es de India y su padre jamaiquino), se enfocó en el manejo de la pandemia de Pence y su jefe, declarando al inicio que es el fracaso más grande de cualquier presidencia en nuestra historia.

Pence defendió las decisiones de Trump para realizar la movilización más grande desde la Segunda Guerra Mundial para combatir el Covid-19 y aseguró que siempre han dicho la verdad al pueblo.

La senadora ofreció su currículum y experiencia, y su compromiso con la defensa de la gente común, incluida su participación en protestas e iniciativas contra el racismo sistémico, reformas del sistema de justicia y condenó la negativa del jefe de la Casa Blanca a denunciar a supremacistas blancos.

Pence elogió los logros históricos del gobierno de Trump y acusó a su contrincante de ser radical, defendió el sistema de justicia, denunció la violencia de los manifestantes y rechazó que éste sea un país racista.

El debate abordó de manera superficial los temas de la economía, el cambio climático, la Suprema Corte, el derecho al aborto y el proceso electoral; en este punto Pence reiteró sus sospechas de que los demócratas están promoviendo el fraude. También se habló brevemente de China, Rusia y Medio Oriente; México sólo fue referencia cuando Harris recordó ejemplos del racismo y xenofobia de Trump.

Fue un debate mucho más normal que el de los aspirantes presidenciales, que fue caótico, con un Pence enmascarando, bajo su estilo sereno, su hostilidad fundamentalista al tratar de presentar a Harris como una amenaza de izquierda. La demócrata, por su parte, reprobó la falta de transparencia personal y el liderazgo político del gobierno actual, y subrayó revelaciones recientes de que Trump debe más de 400 millones de dólares, aunque aún no se sabe a quién, y que no ha pagado impuestos.

La Casa Blanca, uno de los sitios más peligrosos

Pero el tema de la pandemia fue omnipresente con un presidente contagiado de Covid-19 y el número de infectados del circuito presidencial elevándose a por lo menos 18, con muchos más en cuarentena, incluido el supremo mando militar. La demócrata Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes, comentó ayer que la Casa Blanca ahora es uno de los lugares más peligrosos del país por el contagio actual.

Pocas horas antes del debate, el presidente emitió un video por Twitter en el cual declaró que se sentía perfecto al superar la enfermedad con la combinación de drogas experimentales a las que calificó de una cura, y prometió que estarán próximamente disponibles para todos los que las requieran sin costo –algo que expertos en fármacos dicen es imposible a corto plazo– y que tal vez antes de la elección, o inmediatamente después, estará disponible una vacuna. Concluyó que China tiene la culpa del virus, y amenazó que ese país pagará caro por lo que le hizo al mundo.

El presidente inició su día con casi medio centenar de tuits en los que retomó su obsesión de que la investigación oficial sobre la mano rusa en la elección de 2016 fue en verdad una conspiración de los demócratas para derrocarlo. Declaró que su contrincante, el vicepresidente Joe Biden, Barack Obama, Hillary Clinton y más, encabezaron este complot traicionero y que a Biden no se le debería permitir estar en campaña. En otro tuit agregó que fueron por un golpe (de Estado). Casi destruyeron nuestro país, y sugirió que los conspiradores deberían de ser arrestados, y agregó que los medios son parte del complot.

Mientras, en una operación obviamente realizada con fines electorales, las autoridades migratorias anunciaron que realizaron 128 arrestos en jurisdicciones que se han declarado santuarios en California, incluidos Los Ángeles, San Diego y San Francisco, en lo que el gobierno afirmó es sólo la fase inicial del operativo.

Hablando de eso, un borrador de un informe del inspector general del Departamento de Justicia que obtuvo el New York Times incluye conversaciones internas sobre operaciones antimigrantes en 2018, donde el primer procurador general de Trump, Jeff Sessions, ordena a sus fiscales en la zona fronteriza con México que necesitamos quitarles los niños, y el subprocurador Rod Rosenstein afirma que no importaban sus edades, al llevar a cabo la política de tolerancia cero que incluyó la separación forzada de menores migrantes de sus familias.

Pero el tono semihistérico de Trump sobre el complot en su contra, junto con sus ataques a la integridad del proceso electoral, declarando de antemano un fraude si no gana, el manejo irresponsable y engañoso de la pandemia, el tema antimigrante y en las últimas 48 horas un manejo errático sobre la política económica al frenar negociaciones de un paquete de estímulo económico, que tendrá consecuencias inmediatas para millones de ciudadanos, no están ayudando a Trump a salvarse de lo que se ha convertido repentinamente en una campaña en apuros.

Cada día nuevas encuestas muestran que la ventaja de Biden se incrementa tanto a nivel nacional como en estados claves. Ayer, nuevos sondeos confirmaron ventajas cada vez más amplias entre votantes probables en Pensilvania, Florida, Iowa y Nevada. Los indicadores actuales revelan un cambio dramático con un sector clave: en 2016 Trump ganó por siete puntos a los votantes de la tercera edad, pero los sondeos recientes indican que Biden está ganando ese sector por más de 21 puntos, algo en parte explicado por los efectos de la pandemia en éste, el sector más vulnerable.