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Un voto razonado para Mario Delgado
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oy se inicia el levantamiento de la encuesta final que definirá la dirigencia de Morena. Algunos apuestan a la victoria de un férreo opositor al proyecto del presidente Andrés Manuel López Obrador: Porfirio Muñoz Ledo. Ello sería un terrible error estratégico que dividiría al movimiento y generaría enormes tensiones con Palacio Nacional.

Muñoz Ledo ha atacado de manera sistemática al gobierno y cree que su papel como presidente será guillotinar a quienes no coincidan con él. El embajador en la Unión Europea durante el sexenio de Vicente Fox ha llamado hipócritas, lambiscones y golpistas a sus compañeros de bancada en la Cámara de Diputados. Respaldó la ilegal controversia constitucional presentada por Laura Rojas, abusando de sus facultades como presidenta de la mesa directiva, contra el decreto presidencial sobre la Guardia Nacional. Muñoz Ledo también se lanzó con todo contra los esfuerzos de la Secretaría de Energía, encabezada por Rocío Nahle, de poner fin a las condiciones de privilegio otorgadas por funcionarios corruptos del viejo régimen a empresas extranjeras que producen energía eólica.

Muñoz Ledo se ha declarado totalmente en rebeldía (https://bit.ly/3isERLe) contra muchas políticas del gobierno actual y ha acusado a López Obrador de polarizar al país(https://bit.ly/3lh2Bnn). El antiguo candidato presidencial del PARM que rompió la alianza de izquierda en 2000, ha señalado temerariamente al Presidente de intentar violar la división de poderes con su iniciativa en favor de ordenar las adecuaciones presupuestales y descalificado la importante labor de Hugo López-Gatell.

Antes de la exitosa visita de Andrés Manuel López Obrador a Washington, Muñoz Ledo coincidió plenamente con quienes la llamaban un error histórico. El diputado también ha afirmado falazmente que el gobierno actual es peor que el muro de Trump y que está cometiendo tantos atracos como los gobiernos del antiguo PRI y el PAN. Más recientemente, en una escandalosa entrevista con El País, Muñoz Ledo amenazó con expulsar del partido al canciller Marcelo Ebrard y acusó a Mario Delgado de corrupción sin proporcionar evidencia alguna (https://bit.ly/30yQ0nr).

El parlamentario de 87 años ha sido meridianamente claro de que su principal motivo para encabezar el partido de la transformación es para satisfacer su ego. Ya no pude ser premio Nobel, le responde al periodista de El País. Muñoz Ledo también suele presumir que encabezar tres diferentes partidos políticos (PRI, PRD y Morena) será como ganar los Juegos Olímpicos.

La candidatura de Muñoz Ledo ha concentrado las esperanzas de un sector de la izquierda de Morena que ilusamente cree que un partido bajo su mando podría fortalecer las bases. Pero Muñoz Ledo no tiene la capacidad física ni la vocación política para hacer la importante labor de recorrer el país y dialogar con los militantes. A lo largo de su carrera ha demostrado que lo suyo son las polémicas mediáticas y los acuerdos cupulares, algo que hace con gran talento, pero que no es lo que requiere el partido en este momento histórico.

Ahora bien, es cierto que Delgado ha recibido apoyos de conspicuos operadores de Ricardo Monreal, el representante de lo peor del viejo régimen hoy incrustado en Morena. Sin embargo, el coordinador de la fracción parlamentaria de Morena en la Cámara de Diputados también ha demostrado gran capacidad de diálogo y de articulación entre las innumerables expresiones y fracciones del partido. Delgado se ha comprometido públicamente a poner énfasis en la formación política y la educación ciudadana por medio del periódico Regeneración y el Instituto Nacional de Formación Política, priorizar las trayectorias y la honestidad por encima de la simple popularidad en la selección de los candidatos a cargos de elección popular, defender la paridad y combatir la violencia política de género, así como fortalecer las bases del partido.

El centro articulador de una eventual presidencia de Delgado no será el ego, sino la unidad. Es un líder capaz que ha sido sumamente leal, en el mejor sentido de la palabra, a la Cuarta ­Transformación.

El perfecto complemento para una presidencia de Delgado sería una secretaría general a cargo de la senadora ­Citlalli Hernández, quien es una destacada joven dirigente que se ha distinguido por su sólido compromiso con la justicia social. Una fórmula Delgado-Hernández garantizaría que la unidad que ofrece Mario cuente con un importante equilibrio desde la izquierda en la persona de Citlalli.

No podemos dar el gusto a los magistrados electorales y su apuesta por la destrucción de Morena. Es mejor fortalecer este valioso instituto político que desbaratarlo con rencillas estériles de grupos y facciones.

Eso sí, independientemente de quien sea seleccionado, nadie contará con un cheque en blanco. La militancia debe exigir de manera constante y enérgica un desempeño plural, democrático y profesional a la nueva dirigencia.

www.johnackerman.mx