Opinión
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Desde el otro lado

El drama ha empezado

C

on el paso de los años, la descentralización en la forma de administrar el proceso electoral en EU se ha vuelto más compleja y especializada, creando retos. Uno de ellos es el de representatividad, manifestada en la supresión del voto, en especial de los negros, latinos y asiáticos, en estados donde predominan gobiernos conservadores.

En 1870, la enmienda XV a la Constitución estableció el derecho a votar de todos los ciudadanos independientemente de su raza, color o su condición previa de esclavitud. En 1920 cristaliza otra larga lucha por el voto: el de las mujeres, cuando se ratifica la enmienda XIX, que asienta: No podrá negarse el derecho de voto por condición sexual. En el caso particular de los negros las enmiendas tuvieron poco efecto y su lucha continuó durante los siguientes 100 años. Culminó en 1965 cuando, contra los deseos de Lyndon Johnson y los republicanos en el Congreso, Martin Luther King los emplazó a cumplir con la enmienda XV o, de lo contrario, las protestas de los negros en toda la nación serían incontenibles. El resultado fue la firma del Acta sobre el Derecho al Voto. Sin embargo, diversas estratagemas continúan coartando el voto de los negros, principalmente en los estados del sur. En un capítulo más para garantizar el derecho al voto, en 1970 y 1975 se agregaron otras previsiones. Una, eliminar la absurda obligación de demostrar ante los tribunales que la autoridad electoral tenía la intención explícita de coartar el voto.

Cuando se revisan los procesos electorales recientes, es fácil comprobar que, a pesar de la luchas que mujeres, negros, latinos y otras minorías han protagonizado durante años, en algunos estados la supresión del voto continúa ejerciéndose de diversas maneras. En esa lógica, no es extraño que las elecciones se celebren en un día laboral. Tenía sentido en 1845, ya que el domingo se asistía a la iglesia y el miércoles al mercado, pero en la actualidad en una sociedad más secular y urbana, lo ha perdido. No así para los millones que trabajan dos y hasta tres turnos, ya que tomar un descanso para votar les es imposible, lo que se convierte en una forma de coartar su voto. Hacerlo por correo pudiera ser el remedio, pero con el pretexto que se presta a fraudes, Trump lo trata de evitar por todos los medios.

La arbitraria actitud del presidente amenaza seriamente con descarrilar la elección. En la última entrega de esta serie se intentará enumerar las razones.