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El gran Fellove, documental que recupera la música del cantante cubano que brilló en México en los 50

Con este filme presentado en San Sebastián, Matt Dillon se acerca a la historia de los artistas cubanos que migraron a nuestro país

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▲ Matt DillonFoto Afp
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▲ Francisco Fellove.Foto Roberto García Rivas
 
Periódico La Jornada
Miércoles 23 de septiembre de 2020, p. 7

San Sebastián. El actor y cineasta Matt Dillon se acerca a la historia de los artistas cubanos migrados a México por medio de la figura del cantante y showman cubano Francisco Fellove en el documental El gran Fellove, a concurso en la sección oficial de la 68 edición del Festival de San Sebastián.

Dillon, con una dilatada carrera como intérprete en películas como The Outsiders (Rebeldes, Francis Ford Coppola; 1983), Drugstore Cowboy (Gus van Sant, 1989, y Crash (Paul Haggis, 2004), por la que consiguió su única nominación al Óscar, entre otras, relata en su segundo trabajo detrás de las cámaras la carrera musical de Fellove y la grabación de su último álbum.

Mediante una serie de entrevistas, fotografías y videos de archivo, y también mediante las propias imágenes de Dillon, la película describe la vida de Fellove como la de un músico en apuros en Cuba, recuerda su tardío éxito en México y el contagioso amor que tuvo por la música hasta el final.

El cineasta explicó que la idea principal no fue hacer un documental y que fue en 1999 cuando descubrió la música de Fellove, al que conoció con 77 años, semijubilado, cuando vivía en la Ciudad de México, lugar al que había llegado exiliado desde Cuba.

Dillon dio con él hace 21 años. Rodeado de música latina durante su infancia en Nueva York, Dillon se planteó inicialmente un documental sobre los talentosos músicos cubanos emigrados a México en los años 1950.

Pero hablando con los conocedores de aquella época dorada del son, el bolero y el cha cha cha, terminó centrándose en Francisco Fellove, el más exuberante de todos.

Estaba actuando todo el tiempo, la música salía de él, recordó.

Fellove (1923-2013), nacido en La Habana en una familia de rumberos, se destacó de muy joven por ser virtuosismo en el manejo del scat, una técnica de improvisación surgida del jazz y consistente en inventar melodías a base de sílabas sin palabras.

Magnético, carismático y autor de todo un clásico de la música cubana como es Mango mangüé, el showman Fellove emigró a México en 1955 incentivado por otro reputado músico cubano, José Antonio Méndez, y por la sencilla razón de que en La Habana era imposible ganarse la vida cantando.

En México encontró el éxito ansiado, fue elevado a la categoría de grande por el productor musical Mariano Rivera Conde, y brilló hasta que a partir de los años 60, el rock y luego las variedades arrasaron con el panorama de la música latina.

Décadas más tarde, en 1999, el gran Fellove era un genio caído en el olvido, cuando el músico y compositor californiano Joey Altruda dio con él y se planteó hacerle grabar el último disco de su vida.

Una aventura en la que lo siguió su amigo Matt Dillon para filmar el proceso, sin tener del todo claro cuál sería el resultado final.

El documental nació de esa amistad que teníamos y de nuestra afición por el mismo tipo de música, dijo Dillon.

El desafío era de talla, ya que Francisco Fellove llevaba 20 años sin sacar un disco, y según recuerda el propio director del documental, por momentos hubo tensión, porque Fellove andaba algo oxidado con las exigencias de un estudio.

Con todo, en la pantalla Fellove luce de buen humor a sus 77 años, pues según el propio Dillon, tenía el espíritu de un niño. Así, no para de reír, cantar, improvisar y bromear con su viejo amigo el trompetista Alfredo Chocolate Armenteros, otro veterano de la música cubana venido especialmente desde Nueva York para grabar el disco, que verá la luz en 2021.

La cinta se apoya en un rico abanico de testimonios, entre ellos el del pianista Chucho Valdés.