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Ver día anteriorLunes 31 de agosto de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
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PT y Morena: desfiguros legislativos
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urante la semana pasada, el Partido del Trabajo (PT) realizó diversas maniobras con el fin de convertirse en la tercera bancada más nutrida en la Cámara de Diputados y de este modo adjudicarse la presidencia de la mesa directiva, órgano le-gislativo cuyos miembros se renuevan cada año.

Dichas maniobras, consistentes en la incorporación a su grupo parlamentario de legisladores independientes o pertenecientes a otros partidos, pretenden retorcer el espíritu del acuerdo alcanzado por las fuerzas políticas al inicio de la actual legislatura, en 2018, cuando se pactó que en el ejercicio 2020-2021 la presidencia de la Cámara de Diputados recaería en el tercer grupo con más legisladores, que en ese entonces, y hasta el viernes 28, era el Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Además de violentar el llamado Acuerdo Fundacional, los movimientos del PT resultan censurables, pues este partido sumó a sus filas a Héctor Serrano, ex secretario de Gobierno de la Ciudad de México en la administración de Miguel Ángel Mancera, y al ex delegado de Coyoacán Mauricio Toledo, personajes que no sólo son impresentables, debido a la larga estela de actos de corrupción y malas prácticas que se les imputan, sino que se caracterizaron por su feroz oposición a la Cuarta Transformación y al proyecto social que ésta enarbola.

En el caso de Toledo, la inquina hacia la coalición de la que el PT forma parte llegó a adquirir un carácter delictivo con las agresiones porriles perpetradas contra actos de campaña de la actual jefa de Gobierno capitalina, Claudia Sheinbaum Pardo.

Para colmo, en el afán de hacerse con el segundo órgano más importante de la Cámara de Diputados, el PT atrajo a un legislador de Morena, con lo cual el partido gobernante perdió la mayoría absoluta en San Lázaro y se habría visto obligado a ceder la presidencia de la Junta de Coordinación Política al Partido Acción Nacional (PAN).

Para evitar el descalabro ante la formación de derecha, el diputado Manuel López Castillo solicitó su reintegración a la bancada morenista; de modo que, finalmente, el PT quedó empatado en número de legisladores con el PRI, lo que augura nuevos jaloneos en la votación para elegir a la mesa directiva.

Más allá de lo anecdótico, el chapulineo y las múltiples transacciones que tuvieron lugar exhiben una grave falta de escrúpulos tanto de la dirigencia petista y de los legisladores que saltaron a su grupo parlamentario, como de quienes operaron la ida y vuelta del diputado López Castillo.

No debe olvidarse que las adscripciones de los legisladores a una u otra bancada obedecen, en primer lugar, a su origen partidista y, en segundo, a sus afinidades ideológicas; por ello, resulta contrario a la ética y ofensivo para los votantes que la conformación de las bancadas sea objeto de especulaciones en aras de hacerse con cuotas de poder.

Por último, es lamentable que las fuerzas políticas que impulsaron una transformación y regeneración de la vida pública se empantanen en maniobras oportunistas, ajenas y contrarias a los principios por los que los ciudadanos les dieron su confianza en las urnas.