Cultura
Ver día anteriorSábado 8 de agosto de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Disquero
Mirga
Foto
▲ Mirga al frente de la CBSO, que dirige desde 2016.Foto Capturas de pantalla
Foto
 
Periódico La Jornada
Sábado 8 de agosto de 2020, p. a12

Está en marcha una revolución cultural en todo el planeta. Los modos de producción artística han cambiado radicalmente en tan sólo cuatro meses, los transcurridos en la pandemia que mantiene en vilo a la humanidad entera.

Los grandes pensadores lo están viendo con claridad: el común de las personas no alcanza a comprender la dimensión de la tragedia, la importancia de este nuevo aviso: si no reacciona la sociedad en su conjunto, el peligro de extinción se cierne nuevamente, como ha ocurrido a lo largo de la historia.

Como la materia del Disquero es la música, dejaremos los dos párrafos anteriores como mero contexto para anunciar la buena nueva: las 10 mejores orquestas del planeta compiten por el Premio Gramophone 2020 y usted, hermosa lectora, amable lector, puede participar en la designación a través de su voto (el Disquero ya emitió el suyo y se lo reservará) y para argumentar, razonar, meditar, calibrar el voto de usted, esas 10 orquestas desfilaron igual número de días en las pantallas de los iPhones, tablets, laptops, pecés, macs y todo aquel dispositivo electrónico que mantiene al mundo unido, pese a todo.

Los materiales audiovisuales fueron distribuidos a todos los puntos de la Tierra a través de esta dirección electrónica: https://www.gramophone.co.uk/awards/gramophone-classical-music-awards-2020

Permanecieron en línea un lapso determinado en esa página, pero cada una de las orquestas participantes tiene su propia página electrónica y una cantidad fabulosa de grabaciones en YouTube.

La revolución cultural que vivimos habilita la vuelta de tuerca, el viraje, la conversión, el salto: hoy, como nunca en la historia, el arte de la música está al alcance de todo aquel que tenga manera de conectarse a la web.

Cierto, jamás será lo mismo ver y oír un concierto en una pantalla y escuchar en las pequeñas bocinas de la laptop, o peor, del teléfono celular (aunque se pueden ahora añadir a esos dispositivos, bocinas muy poderosas y portátiles), que la experiencia en vivo.

Las orquestas que en Europa han comenzado actividad lo han hecho, irremediablemente, de una manera muy distinta a las de hace cuatro meses.

Hemos visto fotos dramáticas, y videos: músicos interpretando instrumentos de cuerda y otros que no requieren soplar, usando cubrebocas, y separados todos a distancias que solamente utilizaban los grandes revolucionarios de la música en los años 70 del siglo pasado. Karlheinz Stockhausen es el mejor ejemplo de ellos, porque sus partituras incluyen indicaciones de dónde y cómo colocar a los músicos, ya sea en el escenario y muchas veces rodeando el butaquerío, en los balcones.

En la ejecución de sinfonías de Mahler ya era costumbre que en determinado pasaje algunos instrumentistas salían, desparecían del escenario y sólo escuchábamos sus instrumentos y el director les indicaba sus entradas mediante una cámara de circuito cerrado.

Hoy la tecnología es herramienta sine qua non y lo que está ocurriendo en música en todo punto del planeta, su aleteo se percibe doquier.

Las 10 orquestas finalistas del premio Gramophone están enlistadas en la página web que ya mencioné. No repetiré la lista, me limitaré a las cuatro que considero deben pasar a la siguiente ronda, aunque la votación está ocurriendo en este instante: en orden de aparición: el 28 de julio tocó el turno de la Philadelphia Orchestra, quinta en aparición, con la Quinta de Beethoven y la Sexta en lo que en ese momento se veía como claro ganador, debido a la maestría que ha alcanzado Yannick Nézet-Séguin, el director de esa orquesta de excelencia, a quien conocimos en México como director huésped de la Ofunam, a principios de siglo (2004) y era un joven que apuntaba hacia las alturas. Todavía no era la celebridad que es ahora.

Al día siguiente tocó el turno de la Filarmónica de Los Ángeles, dirigida por Gustavo Dudamel con una versión escalofriantemente novedosa de La consagración de la primavera de Stravinsky. Claro empate.

Al siguiente día las cosas se elevaron aún más: la Orchestre National de Lille, dirigida por Alexandre Bloch, brindó a su vez una lectura muy fresca, brutal, de la Séptima de Mahler. Cerrada decisión.

Última en el turno, la City Birmingham Symphony Orchestra (CBSO), nos trajo el nuevo descubrimiento del Disquero: Mirga Grazinyte-Tyla, lituana de 33 años, es la nueva gran directora de orquesta de la historia, no del momento, de la historia, y su nombre quedará, cuando pasen los años, junto a los de Carlos Kleiber y Sergiu Celibidache, gigantes de la batuta que no son nombrados salvo por los conocedores, porque los reflectores apuntan hacia Karajan y otros mediáticos. Y este es el argumento, a disposición de las evidencias en los videos que proliferan, para brincar de júbilo y algarabía. Habemus nuevo gigante de la dirección de orquesta. La diferencia la hace Mirga con un elemento técnico que echa por tierra cualquier argumentación en contra: musicalidad.

Ella hace música. Punto. Su estilo es nuevo, diferente, sorpresivo en un mundo, el de la música de concierto, dominado por el mercado atento a la espectacularidad y el carisma.

Discreta en todo, comenzando por su estilo, Mirga representa la gran cultura milenaria que está anidada, resguardada, en puntos lejanos del mundo, en este caso un pueblo de Lituania, Vinius, donde ella nació en 1986 de padres músicos y hermosos: ella, Siguté Grazinié, pianista; él, Romualdas Grazinis, el gran maestro de la dirección coral; ella, Beata Vsiliauskaité-Smidtiene, la abuela violinista, llevaron a la pequeña Mirga hacia el cosmos de la música desde la misma cuna.

Se consigue en YouTube un hermoso documental, filmado por mujeres y titulado Going for the Imposible: The Conductor Mirga Grazinyte-Tyla, título en inglés, aunque el documental está en alemán, donde vemos a la bebé Mirga, la niña, la adolescente y la adulta cerrando los ojos y entrando en éxtasis mientras uno de sus compañeros músicos, en la casa de ella, que preparó la cena para todos, declama la poesía de Stephane Mallarmé.

Se consigue en YouTube un hermoso video donde en tres minutos y 45 segundos ella dirige a la orquesta inglesa de la que es titular desde 2016, la CBSO, en el Air, como es conocida el aria del segundo movimiento de la Suite número 3 de Johann Sebastian Bach, y la vemos hacer lo que ningún otro director en la historia ha hecho: en un momento determinado, para desconcierto de algunos músicos en la orquesta incluso, ella baja las manos, cierra los ojos y entra en éxtasis.

El programa sinfónico que presentó Gramophone para terminar la fase de los 10 finalistas incluyó una de las especialidades de Mirga: partituras que nadie más programaría, en este caso el poema sinfónico El mar, del compositor lituano Mikalojus Konstantinas Ciulionis, pintor, escritor. Autor sinestésico. Completó el cartel la música incidental para Peer Gynt, del noruego Edvard Grieg.

Sinestesia, manejo de energía, los poderes de Mirga se despliegan sobre el podio a través de su estilo tan único, tan personal y creativo: la mejor mano izquierda después de Claudio Abbado.

Con batuta o con las manos desnudas, Mirga moldea sonidos, los modula, los dibuja en el vacío. Su manejo de energía efectivamente es sinestesia pura, una movilización de átomos parecida a la causada por el efecto del reiki, o del taichi.

Su estilo obedece a la escolástica tradicional, pero es absolutamente nuevo, distinto, personal. Cada milímetro de su cuerpo diminuto, cada pliegue de su sonrisa, cada pelo rubio ondulando al viento, es un sonido diferente en medio del frenesí, la calma, el furor y el sosiego, el cosmos que conforma cuando está frente a su orquesta, perfilada entonces como favorita para el Premio Gramophone.

Con ustedes, la nueva eminencia de la dirección de orquesta en la historia: Mirga Grazinyte-Tyla, quien añadió a su nombre la palabra lituana tyla, que significa silencio.

He ahí su poder infinito: construir el cosmos elevado en las hondonadas del silencio.

Mirga. Tyla. Mirga.

[email protected]