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Hoy, como en el medievo, ridiculizamos nuestros grandes temores: especialista

Antes sublimaban el miedo a Satanás, señalado como causante de la peste, al dibujarlo como tonto; ahora hacemos memes y piñatas del coronavirus, detalla Denise Fallena Montaño

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Boca del Infierno cerrada por un arcángel, del Salterio de Winchester (libro de salmos), alrededor del año 1150, tomada del libro Hombres y mujeres de la Edad Media, del historiador medievalista y escritor francés Jacques Le Goff.
 
Periódico La Jornada
Martes 21 de julio de 2020, p. 3

La historiadora Denise Fallena Montaño explica en entrevista con La Jornada que una manera de controlar el miedo es sublimarlo, tal como sucede en nuestros días ante el Covid-19 y tal como se enfrentó en la Edad Media el temor al diablo, señalado como uno de los causantes de la peste negra.

La especialista detalla que en el periodo gótico aparecieron imágenes de un demonio carnavalesco. Es cuando surgen los carnavales y las danzas en las que las personas se disfrazaban de un diablo tonto, que se equivoca, se tropieza; esa es una manera de controlar el miedo.

Hoy día, hace notar la especialista del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se hacen piñatas con la efigie del nuevo coronavirus y se reproducen viralmente los memes donde el virus tiene carita y está bailando, para enfrentar el natural temor que le tenemos, pues es la actual representación del mal.

La figura de Satanás, visualmente, tuvo características encontradas en la Edad Media, añade, por un lado era atemorizante, zoomorfo, con rabo, pezuñas de macho cabrío, cuernos o garras de ave de rapiña, pero, además de las anteriores, aparecieron imágenes de un diablo ridículo.

Al igual que el demonio, durante el periodo de la pandemia medieval, “la muerte tuvo un lugar protagónico en el arte, algo que no encontramos en el periodo románico. La muerte se convirtió a partir del siglo XIV en el personaje que conocemos hasta nuestros días, un esqueleto con su guadaña, o un cuerpo putrefacto, agusanado, con llagas, pus o con los bubones de la enfermedad.

De ahí surge en la pintura el género Vanitas, que se refiere a que todo en esta vida es vanidad y que no importa si alguien es rey, el papa, una persona poderosa, alguien muy culto o rico, de todas maneras la muerte es común para todos y el cuerpo va a decaer, puntualiza Fallena Montaño.

En sus orígenes, el arte cristiano hizo caso omiso de Satanás, pero las desgracias que agobiaron a Occidente en la época de la peste negra produjeron una gran explosión iconográfica diabólica de criaturas infernales.

Así lo explica Jacques Le Goff en el libro Hombres y mujeres de la Edad Media (editado por el Fondo de Cultura Económica), en el que se recorren 10 siglos de transformaciones y descubrimientos a través de los retratos de hombres, mujeres y personajes imaginarios emblemáticos de esa época.

Catástrofes como la pandemia que azotó Europa fueron entendidas como castigos y pecados del hombre, y como pruebas del inmenso poder sobre el universo que Satanás recibió del pecado original. Desde entonces, el arte da testimonio en múltiples formas del miedo al diablo y de sus acólitos que se apoderan de una civilización entera, añade Le Goff.

Acerca de Satanás, el autor subraya que la angustia demoniaca tuvo dos componentes importantes en la Edad Media: “por una parte, la creencia en el próximo fin del mundo, anunciado por las desgracias de la época; por otra parte, la inflación de un discurso teórico –una demonología– que insistía mucho más que antes en el inmenso poder de Satanás y sus innombrables agentes, verdadero ejército de las sombras.

“El siniestro Malleus maleficarum (El martillo de las brujas), publicado por dos inquisidores en 1486, ofrece el siguiente diagnóstico: ‘en medio de las calamidades de un siglo que se derrumba’ mientras ‘el mundo desciende en la noche hacia su declive y la malicia de los hombres crece’, el Enemigo ‘sabe en su rabia que sólo le queda poco tiempo’ frente a él. La obra tuvo unas 30 ediciones en latín entre 1486 y 1669.”