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Ver día anteriorDomingo 19 de julio de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Los agravios del pasado
P

oco a poco se van develando las claves de la visita de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) a la Casa Blanca. Para el Presidente de México los agravios de Donald Trump son asunto del pasado, no se compró el boleto, ni se puso el saco de Enrique Peña Nieto.

Lo dijo claramente en su conferencia en el Jardín de las Rosas: “… durante mi mandato como Presidente de México, en vez de agravios hacia mi persona y, lo que estimo más importante, hacia mi país, hemos recibido de usted, comprensión y respeto”.

AMLO marcó su raya con el pasado inmediato y estableció una nueva relación con la administración Trump, puso como prioridad absoluta el T-MEC y optó por la no confrontación. Pues le dio resultados, en especial si comparamos lo que sucedió con la penosa visita de Trump a México y la frustrada visita de Peña Nieto a Washington, que tuvo que ser cancelada la noche anterior por los desencuentros entre ambos mandatarios por medio de tuits:

“Esta mañana hemos informado a la Casa Blanca que no asistiré a la reunión de trabajo programada para el próximo martes con el @POTUS.”

Y la respuesta: Si México no está dispuesto a pagar por el muro, tan necesario, entonces sería mejor cancelar la próxima reunión.

El presidente López Obrador reconoce los agravios y ofensas: en la historia de nuestras relaciones hemos tenido desencuentros y hay agravios que todavía no se olvidan, pero también hemos podido establecer acuerdos tácitos o explícitos de cooperación y de convivencia, pero prefiere mirar al futuro.

Ciertamente uno de los puntos más controvertidos fue el agradecimiento: Yo decidí venir porque, como ya lo expresé, es muy importante la puesta en marcha del tratado comercial, pero también quise estar aquí para agradecerle al pueblo de Estados Unidos, a su gobierno y a usted, presidente Trump, por ser cada vez más respetuosos con nuestros paisanos mexicanos.

Una manera curiosa de sacarle el bulto a una realidad indiscutible de agravios, presiones y chantajes. Esta es la parte más difícil de digerir del discurso de López Obrador. ¿Eran necesarios tantos elogios? ¿Era necesario afirmar que había un trato respetuoso hacia los paisanos?

De acuerdo con el Washington Post los presidentes discutieron una estrategia de largo plazo para encontrar una solución a la migración ilegal. Todavía no hay mayor información sobre el asunto. Pero después de los discursos mutuos de amistad y mutuo respeto, se ve muy difícil que Trump vuelva a la carga con expresiones ofensivas a los mexicanos y a los migrantes.

López Obrador reconoce un cambio en la retórica incendiaria y ofensiva de Trump hacia México y señala un avance. Desde su punto de vista, a él personalmente no lo han ofendido y hay cada vez menos referencias ofensivas a los mexicanos migrantes en sus discursos.

En realidad lo que ha cambiado es la composición del flujo migratorio irregular, que es minoritariamente mexicano y mayoritariamente centroamericano y, por otra parte, ha cambiado el patrón migratorio de trabajadores a familias, jóvenes y menores de edad que solictan refugio. Ese es el meollo del asunto y el mayor problema para Trump y su gobierno.

Y de solucionarlo se encargó López Obrador, después de la amenaza y el chantaje de Trump de imponer aranceles. Y lo hizo de manera efectiva, desplegando 20 mil integrantes de la Guardia Nacional y todo a cargo del erario. Con justeza se dice que el muro ya no es necesario, ya lo puso México en la frontera sur, a lo largo de todo el territorio y con dinero de los mexicanos.

Ese momento fue el punto más álgido de las relaciones bilaterales y podríamos decir del sexenio de AMLO. Los aranceles significaban el fin del tratado y una consecuente crisis económica. Y ante esa posibilidad se dio marcha atrás a una política migratoria aperturista y, en gran medida, ingenua, siendo México, no sólo nación de tránsito, sino último país de tránsito.

Ahora, con la crisis incrementada por la pandemia resultaba crucial para López Obrador reactivar la economía nacional y utilizar el T-MEC como su principal instrumento de reactivación.

El problema radica ahora en la gravísima crisis económica y el desempleo campante como consecuencia de la pandemia, lo que en otros tiempos significaba incremento de la migración. Pero la nueva variable es que también hay crisis y desempleo en Estados Unidos y no hay recusos, ahorros o remesas como para pagar coyotes.

Por lo pronto, con Covid-19 o sin él, la política mexicana de contención, seguirá su curso normal.