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Ver día anteriorMartes 30 de junio de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad perdida

Atentado: ¿durmiendo con el enemigo?

P

or más que se rompan, las piezas del rompecabezas del atentado contra Omar García no encajan, y eso que, a decir de las últimas informaciones, el asunto parece casi resuelto.

Resuelto porque se tiene a gran parte de los sicarios, se aprehendió a uno de los cabecillas de mayor rango en el CJNG y el objetivo del atentado no se cumplió.

Pero esto que se comenta parece un relato imaginativo que se dice y se hace circular para destruir malos pensamientos y desalentar especulaciones, por más cierto y real que sea.

Es más, se sabe que el plan era disparar una primera vez sobre el vehículo de García Harfuch y después lanzar sobre la camioneta un racimo de bombas molotov para obligar a quienes estuvieran aún con vida a abandonarla, y ya en el pavimento volver a hacer blanco sobre ellos.

Durante tres semanas se preparó el atentado. Se compraron armas muy difíciles de conseguir, aún en el mercado negro; se contrató a los asesinos, se obtuvieron las rutas por donde transitaría el jefe de la policía, se escogió una hora adecuada sin mayor tránsito para lograr la fuga y se decidieron cuáles serían los escondites donde permanecerían algunos de ellos.

Todo eso sin que nadie, ni los investigadores de la Fiscalía General ni mucho menos los de la Secretaría de Seguridad Ciudadana supieran un carajo. Insistimos: se colaron los sicarios, se metieron las armas, se preparó el ataque, pero quienes deberían estar al tanto ni notaron lo que se venía, y si se dieron cuenta, por alguna razón decidieron callar.

Fueron casi cinco minutos de balazos y se percutieron poco más de 450 balas de diferentes calibres, pero al término de ese tiempo llegaron las fuerzas de seguridad pública y los sicarios abandonaron el lugar temerosos de perder la vida, como relató la reportera Elba Mónica Bravo en esta sección.

La reacción policiaca fue sorprendente: se cerraron las calles, y por ello se impidió la circulación de personas y vehículos en una amplia zona de Polanco, y por fin se localizó y se atrapó a varios de los sicarios que habían participado en la refriega.

Poco más tarde, con certera puntería, los de protección ciudadana arrestaron a uno de los orquestadores del atentado, un hombre apodado El Vaca, a quien se había encargado de la contratación de los asesinos, y algunos de sus más cercanos.

Cuando uno escucha todos estos datos y la rapidez con la que se reaccionó y se arrestó a la mayoría de los culpables, uno se pregunta: ¿Qué clase de policía tenemos que no se entera de lo que va a pasar, pero sabe dónde agarrar a quienes hicieron que pasara?

¿Cómo supo la policía quiénes eran y dónde estaban los sicarios?, y ¿cómo logró su captura con tanta rapidez y sin resistencia?

Qué bueno que con el accionar policiaco se mande el mensaje de que casi son nulas las posibilidades de quedar impunes aquí en la ciudad, y qué mal que aun con todos los datos en la mano, se deje transitar un golpe como el que se pretendía.

La investigación dentro de los grupos policiacos parecería inútil en algunos aspectos, porque sin la complicidad interna nunca hubiera sucedido el atentado, es decir, todo indica que hubo colaboración interna, sólo falta la respuesta a la interrogante más difícil: ¿Quiénes fueron?

De pasadita

No sabemos cuál será el tono de la entrevista entre Andrés Manuel López Obrador y Donald Trump, pero no estaría de más recordarle a los dos que las armas más peligrosas que se utilizaron para lanzar el ataque en contra del secretario de Seguridad Ciudadana parecen ser el producto del trasiego que se da en la frontera y del que ya se han dado suficientes quejas sin respuesta por parte del gobierno del agente naranja.

Así que, si se puede, por ahí, de pasadita, sería bueno que se tratara el punto. Claro, si se puede.

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