Opinión
Ver día anteriorMartes 30 de junio de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
México SA

T-MEC: ¿hacia dónde? // ¿El parto de los montes?

M

añana entrará en vigor lo que las partes negociadoras denominaron nuevo tratado de libre comercio entre México, Estados Unidos y Canadá, T-MEC, mecanismo que a final de cuentas resultó ser la misma gata pero revolcada, tal vez perfumada en algunos sectores, con prevalencia de los intereses estadunidenses, como sucedió con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Tal vez la única ventaja a destacar es que el presidente López Obrador rescató la soberanía energética mexicana que su antecesor, Enrique Peña Nieto, alegremente entregó a los estadunidenses. Sin embargo, las bases del nuevo tratado son prácticamente las mismas que las del mecanismo comercial previo (el TLCAN), de tal suerte que no habría mucho que esperar en cuanto a la promoción del crecimiento económico nacional y el bienestar de los habitantes de esta República maquiladora.

El 30 de noviembre de 2018 los tres mandatarios involucrados en ese entonces (Peña Nieto, Trump y Trudeau) firmaron el nuevo acuerdo (el mexicano cómodamente lo hizo, porque al día siguiente dejaba Los Pinos) y debieron transcurrir 19 meses para su entrada en vigor, luego de algunos cambios y revisiones. ¿Qué esperar? Más de lo mismo, sin duda.

La esencia del TLCAN no se modificó: tanto México como Canadá servirán a la economía gringa y atenderán las necesidades del mercado estadunidense. Para el caso mexicano alrededor de 80 por ciento de su comercio exterior se realiza con el vecino del norte, con todo y que ha firmado más de 50 tratados y acuerdos comerciales con otros bloques y naciones del mundo.

Casi un cuarto de siglo de TLCAN no aportó mayor cosa al crecimiento económico de México (el promedio anual fue de 2 por ciento, en números cerrados) ni al bienestar de los trabajadores contratados en actividades relacionadas con dicho mecanismo comercial, dado que la competitividad mexicana se basó en mano de obra extremadamente barata, más interminables exenciones fiscales y privilegios y motivaciones para los inversionistas. Y eso que con tal mecanismo comercial se prometió la entrada al paraíso, pero quién sabe dónde quedaron las llaves.

Para dar una idea, vale recordar lo documentado por la Cepal en sólo uno de los sectores productivos: el salario medio que reciben los trabajadores de la industria automotriz en México es de 2.38 dólares por hora, mientras sus homólogos estadunidenses ganan cerca de 24 en el mismo tiempo; la fabricación en México, en lugar de Estados Unidos, genera (a las empresas) ahorros laborales de entre 600 y 700 dólares por vehículo. Esto representa cerca de la mitad de los costos que se ahorran al producir en México vehículos que se venden en Estados Unidos.

En 2018 México exportó alrededor de 3 millones 500 mil vehículos, de tal suerte que para las trasnacionales automotrices dicho ahorro laboral significó una ganancia adicional de entre 2 mil 100 y 2 mil 450 millones de dólares. A escala global, ese año nuestro país ocupó el escalón número cuatro en producción y exportación de automotores.

De cualquier forma, el presidente López Obrador está muy contento con la entrada en vigor del T-MEC y ayer confirmó que en unos días más estará en Washington para celebrar que se logró este acuerdo, en especial para México, porque va a significar inversión foránea, inversión extranjera, generar empleo y bienestar en el país. Por eso es muy importante el que entre en vigor el tratado y es muy oportuno, porque estamos por salir de la pandemia y necesitamos reactivar la economía, salir de la recesión económica, de la caída que produjo el coronavirus y que podamos salir lo más rápido posible.

Será cuestión de ver si el T-MEC sirve para eso y más, porque con el TLCAN ni de lejos.

Las rebanadas del pastel

Por cierto, el mandatario consideró que en materia económica ya tocamos fondo; vamos a emerger, a crecer. Tenemos elementos para decir que ya pasó lo peor, y muestra de ello es que no se están perdiendo empleos en la misma cantidad que en abril, que fue el peor mes en pérdida de empleos. ¿Será?