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Temen comuneros que se intensifique el saqueo de madera en el Ajusco
 
Periódico La Jornada
Lunes 29 de junio de 2020, p. 30

A tres semanas de la agresión a policías de la Secretaría de Seguridad Ciudadana por talamontes en la zona del Ajusco, Tlalpan, que causó la muerte de un uniformado, comuneros denunciaron que la tala clandestina no se ha detenido y temen que se intensifique tras el atentado contra el jefe de la policía capitalina, Omar García Harfuch, el viernes anterior, al concentrar en la zona urbana el patrullaje que realizan las distintas corporaciones y descuidar la vigilancia de las zonas forestales.

En Milpa Alta, comuneros tampoco perciben una diminución en la actividad de los taladores y anunciaron que con la entrada a la nueva normalidad promoverán acciones que acerquen a la población de la zona urbana con los pueblos originarios y los involucre en el cuidado de los bosques.

Consideraron necesaria la presencia de la Guardia Nacional, inclusive de manera permanente, no sólo para combatir delitos contra el medio ambiente en el caso de la zona del Ajusco, pero hay también resistencia de pobladores por la presunción de comenzar a perder control sobre la gestión de los bosques, aunado al temor de que pudieran cometer abusos.

Esto, pese a que en el Ajusco admiten la desventaja de quienes trabajan en las brigadas para la protección y restauración de las zonas forestales en el programa Altepetl de la Secretaría del Medio Ambiente, que en San Nicolás Totolapan se reduce a 70 comuneros contra más de mil personas que llegan a talar el bosque.

En Milpa Alta, Víctor Jurado Vargas, de Santa Ana Tlacotenco, adelantó que planean realizar un evento al que llamarán “ceremonia del perdón.

Queremos hacer una ceremonia prehispánica y pedir perdón a los árboles, que la gente ponga una veladora en los tocones de los árboles talados y hable con ellos; son nuestros hermanos.

Esto, agregó, como una forma de sensibilizar a quienes viven en suelo urbano de vincularse en el cuidado del bosque y a su vez a los pueblos originarios de permitirles que se involucren, porque uno de los grandes errores de las comunidades ha sido hablar de este tema como su lucha, haciendo que el resto de la sociedad se vuelva ajena.

La gente necesita nuevas banderas ideológicas, nuevas formas de pensamiento, que en realidad ya existen pero han sido opacadas. Que quienes están en la ciudad vuelvan a sus raíces, dejen de ver a la naturaleza en forma vertical: Yo estoy arriba y abajo la naturaleza, sino como una copertenencia. Creo que esas nuevas propuestas es lo que la gente está esperando, sobre todo ahora que estamos saliendo a la nueva normalidad con planteamientos para un mundo mejor, apuntó.