Opinión
Ver día anteriorMartes 16 de junio de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad perdida

Misteriosa llegada de policías mexiquenses en la marcha de ayer // No quieren obedecer a sus superiores// Un retorno muy complicado

C

omo el eco nefasto de aquel viernes furioso, cuando un par de policías golpearon a una manifestante y violaron no sólo las órdenes estrictas para no reprimir, sino los protocolos de derechos humanos, de los que cuando menos tienen noticias, un grupo de uniformados pertenecientes a la Secretaría de Seguridad Ciudadana y otros más, que en apoyo a los primeros llegaron desde el estado de México, más en la búsqueda de hacer negocio que en un apoyo real, manifestaron su desacuerdo con la detención de sus compañeros al marchar por las calles de la ciudad sin ser reprimidos, por ahí aprovecharon para exigir mejores salarios, por ejemplo.

Rara manifestación la de ayer: lo que parecían gritar los policías era que no quieren obedecer la orden de sus superiores, que los derechos humanos nada tienen que ver con ellos y que no están dispuestos a ser capacitados en formas diferentes que no sean la macana y la bota. Nada nueva y mejor policía.

Y si eso no fuera suficiente, la marcha se convirtió en el escaparate de algo que se hace llamar: Comisión Pro Derechos Humanos para Policías y Elementos de Seguridad, que depende de algo más raro: la Asociación Nacional de Policías y Ciudadanos Unidos contra la Corrupción, una agencia que parece ofrecer servicios privados de seguridad y que tiene su sede en el estado de México, en Tultitlán, para ser más exactos, y que para que el asunto se vuelva mucho más que raro, rarísimo, dirige el comandante Guillermo González Sobrado, conocido como El Tigre, quien por ahí de 2004 fue detenido por proteger al narcotráfico, cuando era comandante de la extinta AFI y en compañía de quien fungía como delegado de la entonces PGR en Quintana Roo, Miguel Ángel Hernández.

Aunque ahora la política en todas sus aristas está llena de coincidencias, y la del nombre del líder de la marcha sea otra increíble coincidencia con la de aquel comandante acusado de maloso, no parece haber alguna razón para que la gente del estado de México venga a nutrir una protesta que se convierte en otra provocación para crear violencia.

Durante algunos momentos, cuando gritaban insultos y parecían querer pelear, recordaban a los muchachos que encapuchados los encaraban hace apenas unos días, pero ahora la policía resistió y no agredió a nadie. Un incidente casi lleva a la confrontación cuando una mujer policía fue embestida por un auto particular, de inmediato el chofer fue detenido y su vehículo terminó con los vidrios rotos.

Parece que eso de lograr la mejor policía de México no será tarea fácil, no si se tiene el almacén lleno de cucarachas, eso sí es una misión imposible, así que hay que atender el asunto de inmediato.

De pasadita

Largo será el camino para retornar a las calles en la Ciudad de México. Sí, en muchos lados hay miedo, en otros las precauciones tomadas se han desvanecido y se empieza a deambular con cierta confianza, aunque la verdad, por más que se le ha querido desacreditar, la de López-Gatell sigue siendo la voz que se tiene que escuchar para tomar decisiones.

Todos los dichos que buscan desorientar a la gente, nunca dan una opción mejor, siempre es sólo la idea de desacreditar, de impedir que las cosas vayan mejor. De cualquier forma, hoy es de mayor importancia tener en cuenta que la necesidad de no impedir que la economía se vaya a pique, no puede dejar de lado el factor salud.

Está en la conciencia y la necesidad de cada quien el verdadero semáforo. Nadie que se sienta inseguro por las razones que sean o la edad que sea debe abandonar sus casas. Esto no se acaba hasta que se acabe, diría el catcher de los Yanquis de Nueva York, Yogi Berra.