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Demócratas cierran filas

La pandemia por el Covid-19, al centro del proceso electoral en EU

Trump pone su nombre en los cheques de asistencia por la crisis sanitaria

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▲ La senadora Elizabeth Warren anunció ayer su respaldo a Joe Biden para la candidatura presidencial demócrata. La imagen es de archivo.Foto Ap
corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 16 de abril de 2020, p. 23

Nueva York. La contienda electoral estadunidense está contagiada de coronavirus, el cual no sólo ha interrumpido fiscalmente el proceso anulando los tradicionales actos y mítines masivos, sino que la respuesta política a la pandemia ahora está inevitablemente al centro del proceso que culminará en los comicios nacionales de noviembre.

La elección general arrancó meses antes de concluir el ciclo de elecciones primarias, el Partido Demócrata seleccionó al ex vicepresidente Joe Biden como su candidato (aunque aún puede haber sorpresas) para enfrentar al presidente Donald Trump.

Con el respaldo del senador Bernie Sanders, quien era su último contrincante, y ahora de la ex candidata Elizabeth Warren, todas las principales figuras demócratas han logrado la unidad mucho antes de lo usual, y con ello cesa el fuego amigo y toda la artillería gira contra Trump.

Sanders, al apoyar a Biden el lunes, argumentó que ahora la prioridad es hacer todo lo necesario para derrotar al presidente más peligroso de los tiempos modernos.

Con el apoyo se esfuman no sólo las batallas en las elecciones primarias aún pendientes, sino una convención nacional conflictiva.

Así, Biden quedó como el presunto candidato (lo cual se hará oficial en la convención nacional), y con ello empezaron a llegar otros respaldos, ninguno más importante que el de Barack Obama.

El ex gobernante declaró su apoyo a su ex vicepresidente el pasado martes, declarando en un video, que se volvió viral, que Biden lo ayudó en responder a epidemias durante su presidencia, y elogió su experiencia y su compromiso con los intereses de la mayoría en tiempos como éstos. Biden ha centrado toda su campaña en la idea de que representa la continuación de Obama, y su propaganda incluye una invitación a regresar a esos tiempos normales, antes de Trump.

Pero aun con el liderazgo demócrata proclamando unidad, no será automático ni fácil obtener el apoyo de las filas progresistas, sobre todo de los jóvenes, que impulsaron las campañas de Sanders y, en menor grado, la de Warren, y que representan el futuro del partido.

Tampoco será fácil superar la ira entre las bases de Sanders, y hasta cierto punto de Warren, que atestiguaron el ataque tanto explícito como subterráneo de la cúpula demócrata y sus aliados contra Sanders, algo que llegó a tal punto que a veces parecía que para el liderazgo demócrata el mayor enemigo político era Sanders y su revolución política con su feroz condena al establishment político, y no Trump.

Parte de las maniobras encubiertas contra la amenaza de Sanders provinieron del aún rey del partido, el ex presidente Obama; el mismo que se proclamaba como el candidato de la esperanza y del cambio en su candidatura de 2008.

Obama había declarado públicamente que se mantendría neutral hasta la nominación del candidato presidencial, pero con la creciente amenaza de Sanders que asustó a la cúpula al encabezar las preferencias al inicio de las primarias, el ex presidente, junto con sus colegas y aliados, se entrometieron de varias maneras. De hecho, desde noviembre en un acto privado de donantes demócratas advirtió contra los candidatos de izquierda, ya que el electorado es menos revolucionario y más interesado en mejoramiento, reportó Politico. Y en estas últimas semanas, reveló el New York Times ayer, intervino para acelerar el fin del juego, incluyendo conversaciones con Sanders.

El republicano

Trump ha usado todo, incluso la pandemia, con fines electorales. Cada una de sus conferencias de prensa –ahora diarias– sobre el Covid-19 son en verdad actos electorales. Esta semana hasta proyectó un video de propaganda política haciendo relucir comentarios editados de los elogios a él por gobernadores y sobre su gran manejo de la crisis.

Más aún, en una maniobra sin precedente, los cheques de asistencia de emergencia emitidos por el gobierno federal que llegarán a decenas de millones de estadunidenses a partir de esta semana como parte del megapaquete de rescate económico, llevarán impreso el nombre del presidente (no será el firmante del documento en sí, ya que eso sería ilegal, pero su nombre estará sobre el cheque); una brillante táctica electoral que entregará a cada beneficiado un mensaje: Trump te envió este cheque (aunque los fondos son de la arca pública).

Él y sus estrategas obviamente entienden que su futuro político depende de la narrativa que logren imponer a su manejo de la pandemia. Increíblemente su nivel de apoyo no ha sufrido (aún) un desplome, a pesar de su ya bien documentado manejo tardío, caótico y politizado con sus resultados devastadores. Pero eso podría estar cambiando según algunos indicadores que expresan un índice de aprobación del manejo de la pandemia mucho mayor a los gobernadores que al presidente.

Trump continúa con sus tácticas de culpar a todos los demás –China, la Organización Mundial de Salud, Obama, los medios– de la catástrofe que ha generado su manejo de la crisis de salud; no cesa de elogiarse por su increíble labor en esta emergencia.

La pandemia electoral

Todo indica que la elección girará en torno al manejo de la pandemia y sus consecuencias económicas y sociales, así como de quién logrará definir la narrativa política de esta crisis.

Antes de la pandemia, Trump apostaba todo a la continuación del auge económico expresado según los índices de Wall Street y por la tasa de empleo, todo lo cual ahora enfrenta la peor crisis desde la Gran Depresión. Si la repentina crisis económica no muestra señales de recuperación, analistas coinciden en que eso será, tal vez, el peor escenario para la relección del presidente.

Por ahora, los demócratas se preparan –y hay cada día más material– para atacar al presidente por su manejo inicial de la emergencia de salud pública. La presidenta de la Cámara de Representantes del Congreso y la demócrata electa más poderosa del país, Nancy Pelosi, ofreció ayer una muestra de esa narrativa. Al criticar la decisión de Trump de frenar fondos para la OMS, comentó: este es un caso más de la inefectiva respuesta del presidente, de que una persona débil, un pobre líder, no asume ninguna responsabilidad. Una persona débil culpa a otros.

Nunca se ha realizado una contienda electoral durante crisis de salud y económica. La pandemia, y sus consecuencias, parecen ser el voto decisivo.