Opinión
Ver día anteriorViernes 14 de febrero de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
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De los reflectores a la sombra
E

n política los amigos son de a mentiritas y los enemigos, ésos si son de verdad.

De la vasta obra del filósofo francés Jacques Derrida (1930-2004) quisiera destacar hoy su libro Políticas de la amistad, que comienza con este apóstrofe paradójico atribuido a Aristóteles: ‘‘¡Oh, amigos, no hay ningún amigo!”, que le servirá de hilo conductor para transitar y recorrer las aporías y los laberintos desde el Lisis platónico, la Ética a Nicómacio aristotélica o el De amícitia, de Cicerón, hasta la modernidad atormentada de Georges Bataille y Maurice Blanchot, pasando por Michel de Montaigne, Immanuel Kant, Friedrich Hölderlin, Friedrich Nietzsche, Carl Schmitt y Martin Heidegger.

En ese texto, Derrida se propuso desarrollar un análisis político de la amistad o de ‘‘aquello que vincula todo modelo de amistad con una determinada configuración de la ciudad” y, asimismo, logra un replanteamiento novedoso y original tanto de fondo como de forma de la ‘‘genealogía de lo político”.

El capítulo cinco, ‘‘De la hostilidad absoluta (La causa de la filosofía y el espectro de lo político)” empieza con esta cita de Sigmund Freud:

‘‘Los dos principios fundamentales de Empédocles –pillia y neikos– son, tanto por su nombre como su función, el equivalente de nuestras dos pulsiones originarias, Eros y Destrucción, esforzándose la una en juntar lo que existe en uniones cada vez más grandes y la otra en disolver esas uniones y destruir las formaciones que han nacido de aquéllas (…) Y nadie puede prever bajo qué vestidura se presentará en las visiones ulteriores el núcleo de verdad contenido en la doctrina de Empédocles.”

En el entendido entonces de que, tanto la política, la amistad y la vida están regidas por estos dos principios fundamentales, lo que quisiera plantear es la relectura de ambos autores como punto de apoyo para ver si es posible revertir la ‘‘hostilidad absoluta” en la que vivimos.

Ya sólo nos falta regresar al canibalismo para ver al ser humano convertido en una bestia depredadora de su propia especie.

Este país que se descompone y desmorona frente a nuestros ojos embargándonos de una terrible sensación de impotencia y de paranoia agregada, mientras nuestros dirigentes se ocupan de pleitos, corruptelas y prepotencia que no consigue sino perder todavía más tiempo y perjudicar más a México.