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Me hice pruebas hormonales para despejar dudas, señala

Aprendí a no intimidarme y a luchar contra los estereotipos, afirma La Tigre Jiménez
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Espero que la gente empiece a entender que ni todas las mujeres vamos de rosa ni todas llevamos vestido, dice Alejandra Jimenéz, nueva monarca de peso supermedio.Foto CMB
 
Periódico La Jornada
Miércoles 15 de enero de 2020, p. a11

El deporte es difícil, pero lo es todavía más para una mujer. Y si esa mujer desafía estereotipos y estigmas, entonces puede producir ese sentimiento oscuro del miedo a lo diferente, a lo que no se conoce y por tanto no se entiende, así describe la nueva campeona en peso supermedio por el Consejo Mundial de Boxeo (CMB) y la Organización Mundial de Boxeo (OMB), Alejandra La Tigre Jiménez, su paso por una disciplina que fue un reducto del machismo, el boxeo, y por la vida social en su totalidad.

Alejandra por sí misma es un símbolo desafiante. Una mujer alta y fuerte, atlética, se ubica en el extremo opuesto de lo que la cultura determina como femenino; eligió además una profesión hostil con las mujeres.

Cada elección de Alejandra representa una suerte de transgresión, empezó en una división inusual para el boxeo femenil, el peso pesado, donde fue campeona del mundo por el CMB. Ante la falta de retadoras, decidió bajar de división para instalarse en una con mayor actividad. Lo que parecía una locura lo consiguió: bajó 33 kilos para convertirse en peleadora de categoría supermedio y conquistó un nuevo campeonato. Un cambio radical en su anatomía, un cambio radical en sus evoluciones mentales.

Nunca fui una niña femenina, afirma; al menos no como se entiende de manera convencional, es algo con lo que he lidiado toda mi vida; tuve que acostumbrarme a enfrentarme a ello y no intimidarme.

Antes del combate ante la estadunidense Franchon Crews, a quien le quitó el cinturón en San Antonio el sábado reciente, fue atacada sobre su aspecto presuntamente poco femenino. La Tigre incluso se sometió a estudios hormonales voluntarios para despejar todas las sospechas sugeridas en torno a su sexualidad e imagen.

Me sometí a tantos estudios, comparte Alejandra; ha sido complicado, pero tengo esperanza de que las cosas pueden cambiar justo con un trabajo como el que hago.

Además de los estudios para comprobar que sus niveles de testosterona no eran anómalos, también fue presionada para realizarse pruebas antidopajes, pues su rival no concebía que ese físico era producto del trabajo intenso, de hasta ocho horas de entrenamiento diario y un régimen nutricional, y no del consumo de sustancias prohibidas.

Sí fue un acto sexista, discriminatorio, pensar que no podía desarrollar con trabajo mi físico, comenta La Tigre; entiendo que para la sociedad es difícil, porque a la gente lo diferente le asusta, por eso no objeté en llevar las pruebas que me pidieron. No soy la primera mujer deportista que pasa por esto, muchas han sido sometidas a pruebas más humillantes para comprobar su sexo.

Hay más de un punto de identidad en la biografía de la ex velocista Ana Gabriela Guevara que producen empatía con La Tigre. Sobre todo cuando recuerda los ataques contra la medallista olímpica, principalmente por su imagen que no se ajusta a los parámetros más conservadores de lo femenino.

Sé que puedo ser parte de un cambio en la sociedad, dice con seguridad; luchar contra esos estereotipos. Espero que la gente empiece a entender que ni to-das las mujeres vamos de rosa ni todas llevamos vestido.

La Tigre vive de manera simultánea con su lado más convencional, como madre de dos niñas que educa junto con su pareja, Camila, en Cancún. Una familia que crece en un ambiente de solidaridad y fuertes lazos emocionales; como una construcción de los diversa que es la vida social. Sé que porto una bandera sobre el valor de la diferencia, como un ícono y que gracias a mi visibilidad puedo contribuir con el cambio... y de eso, claro que estoy orgullosa, dice La Tigre al despedirse con una sonrisa.