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Penultimátum

Impunidad de curas pederastas

S

i algo demuestra que la promesa del Vaticano de sanear a los Legionarios de Cristo es un fracaso son los abusos cometidos por el sacerdote Fernando Martínez cuando era director del Instituto Cumbres en Cancún, uno de los baluartes educativos de los Legionarios.

Belén Márquez y Biani López sufrieron el abuso de dicho cura cuando eran niñas. Igualmente Ana Lucía Salazar. Otras también, pero callan su tragedia. Mas Belén y Biani lo denunciaron penalmente mientras lo único que han obtenido son evasivas de los nuevos dirigentes de losLegionarios.

Las víctimas afirman que al abusador lo protege la ‘‘estructura mafiosa’’ que sigue los pasos del ‘‘Amadísimo fundador’’ Marcial Maciel, el depredador sexual a quien Juan Pablo II llenó de elogios. Añaden que la promesa de reformar a la Legión es una farsa.

Cabe señalar que el cura Martínez fue víctima de Maciel y uno de los que lo acompañaron en sus fechorías. Sus abusos comenzaron en los años 60 del siglo pasado. Aunque debió ser consignado ante las autoridades civiles al descubrirse sus abusos y, además, suspenderlo como ‘‘pastor de almas’’, nada se hizo. Por el contrario, recibió cobijo de otro cura legionario, Eloy Bedia.

Y otra prueba de que la reforma prometida sí es una farsa es el reciente informe de los Legionarios sobre los abusos cometidos por Maciel y otros integrantes de esa poderosa organización. De incompleto y tardío lo calificó hasta la Conferencia del Episcopado Mexicano.

La cadena de encubrimientos explica en buena parte por qué el papa Benedicto XVI no renunció por motivos de salud. Más bien por la imposibilidad de eliminar el cerrado e influyente grupo de prelados que dentro y fuera del Vaticano protege a los pederastas.

Recientemente el papa Francisco eliminó el secreto pontificio en los casos de abusos sexuales por sacerdotes. Dicho secreto encubrió y permitió que los pederastas gozaran de impunidad.

En México las autoridades han sido complacientes con los curas pederastas. ¿Hasta cuándo?