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Conocer a June Nash (1927-2019)
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une Nash, una de las antropólogas marxistas más destacadas de la clase trabajadora, falleció el fin de semana pasado. June fue también una de las pioneras en antropología feminista y realizó etnografías críticas sobre el colonialismo, el capitalismo, el extractivismo, el racismo y el sexismo, con las comunidades mayas en Guatemala, con mujeres alfareras y campesinos tzeltales, con las comunidades zapatistas, con mineros de estaño en Bolivia y con trabajadores en Estados Unidos.

En mis investigaciones sobre la historia de las mujeres en antropología, me di cuenta de que June Nash había sido prácticamente desconocida por las nuevas generaciones, sin dimensionar los grandes aportes que hizo. Por eso, me interesé en recuperar su vida y obra y por ello la busqué. Así, el 5 de abril de 2019 llegué a Leeds, Massachusetts, donde se encontraba la casa en que June pasó sus últimos días. Nuestros encuentros, conversaciones y entrevistas ocurrieron en varios días de abril y mayo de este año. Lo que comparto aquí fue lo que aprendí de esas reuniones con una de las grandes figuras de la antropología, cuyo trabajo se desarrolló en gran medida en Chiapas, mi lugar de origen.

June Caprice Bousley nació en 1927, en Salem, Massachusetts, un pueblo de pescadores de la costa este de Estados Unidos. Según me contó, sus abuelos fueron migrantes pobres a quienes reclutaron para trabajar en fábricas, que después cerraron en la crisis del 29, durante la Gran Depresión. En nuestros encuentros, recordó a Josephine, su incansable madre; a Joseph, su padre carpintero; a sus dos hermanas, quienes frecuentemente cuidaban de ella, y al huerto de tres hectáreas, del que se ocupaba toda la familia. Así me relató: tuve una familia maravillosa, pero tuvieron un tiempo muy duro. No me di cuenta, hasta después, de lo difícil que fue. Rememoró Ipswich, el pueblo en el que vivió su infancia, las fábricas y el medio de clase trabajadora donde pasó sus primeros años de vida. Cuando le pregunté cómo había formado su conciencia política, June me contó que el hecho de que sus padres no fueran descendientes de intelectuales les hizo tener fe en la educación y así llegó a la universidad y a la antropología.

La antropología le interesó porque se trata de la gente y porque la gran mayoría de las ciencias sociales han tratado de bloquear los asuntos personales. En la década de los 50 se integró a un medio dominado por varones. Sobre la práctica etnográfica señaló: las mujeres no tenemos las mismas dificultades que los hombres. Ellos esperan ser respetados y mantener su estatus cuando van a otro país. Les resulta difícil ser tan sólo uno más del pueblo.

Nash hizo sus estudios de doctorado en la Universidad de Chicago. Se enfrentó a su campo sin buscar elogios y sin pensar demasiado en lo que opinaban sobre ella, porque lo que le preocupaba eran las personas. Trabajó durante muchos años con Sol Tax, su profesor cuyas investigaciones tuvieron una orientación culturalista, pero ella hizo su propio trabajo que resultó ser muy independiente.

Para Nash hacer antropología fue hacer otra vida y tener respeto y responsabilidad por entender las culturas, personas y lenguas indígenas. Cuando trabajó en Amatenango del Valle, en Chiapas, aprendió tzeltal porque casi ninguna de las mujeres hablaba español, como una medida de control de los varones. Así publicó: Bajo la sombra de los antepasados (1970).

En 1976, publicó con Helen Safa Sexo y clase en América Latina, trabajo que reflexiona sobre la interrelación de las violencias por asuntos de clase económica y por el hecho de ser mujer en el sistema de explotación. También reflexionó sobre el colonialismo que ha afectado a las comunidades indígenas y la manera en cómo ha ido cambiando en distintas épocas al generar políticas de control de los pueblos a través del alcohol, la explotación, el intervencionismo político y económico, las invasiones o la privatización del agua a través de empresas como Coca-Cola. June hizo trabajos éticos y respetuosos y no se olvidó de la capacidad para defenderse de los pueblos.

En 1970, viajó a Bolivia y escribió el libro Comemos las minas y las minas nos comen a nosotros (1979) y el documental Pasé mi vida en las minas (1977). Con esto, no sólo reflexionó sobre su lugar de hablar por los otros, sino que creó formas novedosas para ayudar a escribir biografías, para recuperar historias, narrar acontecimientos y resistencias cotidianas ante condiciones abismales de trabajo de mineros de estaño.

Fue muy significativo para mí haber podido conocer a June Nash porque es una referencia fundamental para mi investigación sobre cuáles han sido las contribuciones de las mujeres a las ciencias sociales y a las humanidades. Su generosidad con su tiempo y sus recursos son invaluables. Espero que su vida, obra y pasión se siga conociendo y multiplicando.

“El tiempo pasado, name? is, es un estado general donde los antepasados vivieron. El futuro es a lo más una recapitulación del pasado.” June Nash, 1970

*Profesora de la Universidad Autónomade Chiapas.