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Exhortan a que hombres apoyen a las mujeres en la búsqueda de desaparecidos
 
Periódico La Jornada
Lunes 9 de diciembre de 2019, p. 9

En la lucha de las familias por encontrar a sus seres queridos víctimas de desaparición, el rol protagónico lo tienen las mujeres y uno de los pocos hombres que participa de manera activa es don Jesús Lamas, quien desde hace seis años busca a su hija Irma Claribel, en una labor de vida donde ha hecho equipo con su esposa Lucy López.

Alternando su trabajo como albañil y electricista con las búsquedas en vida y en fosas, don Jesús decidió involucrarse más en el largo camino que han tenido que recorrer desde el 13 de agosto de 2013, cuando su hija desapareció en la ciudad de Torreón, Coahuila.

Desgraciadamente el hombre tiene que trabajar porque hay más familia atrás, y si nos unimos todos a la búsqueda, la familia dejará de comer, de pagar la renta y los servicios. Yo hace cinco años empecé a participar porque mi esposa pensaba que yo no quería a mi hija, pero ella no se daba cuenta de que tenía que sustentar el hogar, cuenta en entrevista con La Jornada.

Aunque su esposa comprendió sus razones, don Jesús decidió incorporarse a las tareas de búsqueda. Hace varios años dejé de trabajar en empresas y me dediqué a trabajar por mi cuenta. Me dedico a la electricidad, la plomería, la albañilería y el arreglo de electrodomésticos, y tengo clientes muy buenos que me esperan a que regrese.

Desde que se metió de lleno al trabajo de buscar a Irma Claribel, Jesús ha recorrido estados como Coahuila, Veracruz, Morelos, Guerrero y Michoacán, donde lo mismo ha explorado cárceles, forenses y hospitales siquiátricos, que fosas clandestinas y lugares donde se lleva a las mujeres víctimas de trata con fines de explotación sexual.

–Además de tener que trabajar, ¿los hombres participan poco porque les da pena admitir que les duele la desaparición de sus familiares?, ¿les da pena llorar?

–No es que nos dé pena, simplemente es que uno llora a solas, porque si la madre nos ve derrumbados, ellas se van a poner peor. Tenemos que ser un poco más fríos y asumir un papel como de que no nos interesa, pero sí nos interesa. Nos tenemos que tragar el dolor y llorar aparte.

Todo lo que trata de no llorar en público, don Jesús lo convierte en la furia con la que le pega a un sartén cuando los colectivos de familiares organizan un cacerolazo. El dolor lo hace golpear tan fuerte, que deja el utensilio abollado y roto. Es el coraje y la impotencia, la rabia que tenemos de que haya víctimas de primera y de segunda, explica.

Entre un mitin y otro, una diligencia y otra, don Jesús espera ver que más hombres decidan entrar en el trabajo que han hecho mayoritariamente las mujeres. Entre más gente seamos, más poder vamos a tener, por eso convoco a todos los hombres a que acompañen a las familias y estemos unidos.