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Toros

Plaza México, segunda corrida

Morante de la Puebla, oreja; Joselito Adame, otra y Calita, tres avisos
 
Periódico La Jornada
Lunes 11 de noviembre de 2019, p. a38

El post toro de lidia mexicano, el toro light, el toro de la ilusión, más las denominaciones que se acumulen esta semana o la siguiente década. El hecho incuestionable es que la tauromaquia de nuestros días ha impuesto una bravura más aparente que emocionante, y que la oportunidad que ofrece la función taurina de emocionarse o de aburrirse, nunca de divertirse, refleja los niveles de percepción, organización y expresión de una sociedad, no solamente en lo taurino, sino además en su desempeño como comunidad más o menos consciente de lo que hace, consigue y tolera.

En la segunda corrida de la temporada grande 2019-20 en la Plaza México, hicieron el paseíllo el andaluz José Antonio Morante de la Puebla (40 años de edad, 22 de alternativa y 38 corridas toreadas este 2019), el hidrocálido Joselito Adame (30 años, 12 de matador y 23 tardes este año, dos de ellas en España) y el mexiquense Ernesto Javier Calita (29 años, 10 de alternativa y 31 corridas lidiadas), ante una corrida bien presentada, pero considerablemente falta de bravura del hierro de Bernaldo de Quirós, que hoy intentó, sin éxito, suplir con kilos la falta de transmisión que suelen acusar sus reses. La función fue presidida por el juez Enrique Braun que, solidario, se sumaría a la cadena de petardos de la tarde, ante una asistencia de menos de media plaza. El subalterno Fernando García hijo, que banderilleó con habilidad al cuarto de la tarde, fue llamado a saludar en el tercio.

Abrió plaza Greco, con 490 kilos, nevado de pelaje, que de inicio saltó al callejón, que como el resto de sus hermanos apenas tomó una vara y con el que Morante consiguió algún detalle antes de dejar un pinchazo y una estocada caída. Lo más rescatable de la tarde vendría con su segundo, Aguanieve, con 528 kilos, afa-cado y calcetero, al cual De la Puebla recibió con tres desdeñosos capotazos a una mano, recargado en tablas, para luego llevar al toro hacia los medios por verónicas de la casa y bella media. Con la muleta imprimió cadenciosos pases de la firma y desmayados derechazos, no tanto por el temple del torero cuanto por la lentitud con la que el toro pasaba. Es lo que se podría calificar como toreo de salón con toro, así con-serve un tercio de embestida. Al rematar una tanda, el diestro se recreó tanto en aquel ritmo perezoso que, aunque parezca increíble, fue desarmado. Cobró una estocada en todo lo alto y el juez concedió la oreja que el público demandaba. Pero como un sector insistía en que se le diera la segunda, usía se levantó de nuevo con un pañuelo en la diestra, lo que llenó de esperanza a no pocos, incluido el elocuente alguacilillo, que confundido se acercó a preguntarle al juez de callejón, quien telefoneó al palco del juez, que respondió que era sólo un apéndice la premiación. Menos mal.

Joselito Adame dijo en España que él era la primera figura de México, luego, en ambos países le quedó grande el calificativo y ahora se confiesa como un torero importante. Es más realista. Sobre todo después del ninguneo de que fue objeto por parte de las empresas españolas esta temporada. Decidido y empeñoso anduvo con su primero, al que lanceó a pies juntos y remató mejor. Realizó un quite por gaoneras de manos bajas y estructuró una faena aseada a otro pasador, en la que destacó una serie de naturales con temple y mando. Cobró una estocada recibiendo pero caída de colocación y recibió una oreja entre división de opiniones.

Los daños colaterales de la comodidad a veces perjudican al menos responsable y esta tarde Calita no logró remontar su tauromaquia ante un lote que exigió sobre todo paciencia, mucha paciencia. Su segundo regresó vivo a los corrales, como hace un año otro toro regresó vivo a la ganadería por su bravura.