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¿La fiesta en paz?

Emotivo homenaje a la casa ganadera Cuevas

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▲ El fino diestro de Guadalajara, Pepe Murillo, triunfador en el sureste, continúa en espera de ser tomado en cuenta por las empresas.Foto archivo
E

l que siembra bravura cosecha reconocimiento. Se comprobó la noche del pasado viernes en el saturado auditorio Silverio Pérez de la Asociación Nacional de Matadores, donde, gracias a la hospitalidad de su representante ejecutivo, el matador Paco Dóddoli, la entusiasta peña Bravura y Duende que preside la maestra Patricia Ocampo, asistida por Rubén Salazar y Adriana Gómez, organizó un merecido homenaje a la casi centenaria casa ganadera Cuevas, fundada por don Carlos en la antigua Hacienda de los Morales, continuada por su hijo don Ernesto y conservada por sus nietos Ernesto, Alfonso y Jorge. Talento y gracia hubo en la intervención de la bailarina de danza clásica española, Jessica Benhumea.

Rodolfo Téllez Cuevas, investigador y pariente de los ganaderos, se refirió a la amplia y fecunda genealogía de los Cuevas mexicanos, incluidos historiadores, obispos y embajadores; el escritor Arturo Negrete, El Bardo de la Taurina, quien ahora omite el López por escrúpulo ideológico, salpicó su charla de ironía, fuertes adjetivos y sabrosas anécdotas. Al ganadero Ernesto Cuevas Hernández le ganó la emoción al evocar a su padre y hermanos fallecidos; sin embargo, su sobrino Jorge Manuel Cuevas Cabrales, al agradecer la actividad enfatizó: Seguiremos manteniendo nuestras convicciones ganaderas de preservar una bravura con transmisión, esencia de la fiesta, mismas que hemos inculcado a nuestros hijos, que ya son quinta generación.

El tal Páez en su turno intentó moderar el tono y señaló: “El arte de criar reses de lidia reside en conservar una bravura que, con mayor o menor estilo y fuerza, sea sometida, dominada y transformada, de huracán en brisa, de furia ciega en acompasado ritmo impuesto, no en alimentar animales pasadores pero sin fondo a los que hay que ‘rogarles’ las embestidas, favoritos hace años de los diestros que figuran, carentes de responsabilidad ética e histórica con la tauromaquia… Exigir el respeto de legisladores oportunistas, medios de comunicación y antitaurinos, será inútil si las auténticas hazañas toreras y el verdadero drama no regresan a los ruedos. El planeta, junto con todos sus habitantes, demanda respeto con urgencia, pero no será a costa de faltarle al respeto a la dignidad animal del toro bravo y a la dignidad humana de tantos toreros marginados”. Alguien comentó: pronto se presentará Pablo Aguado. A lo que respondí: en México hay toreros como Aguado, pero el sistema no los aprovecha, y le señalé a distancia al fino diestro tapatío Pepe Murillo.

En un artículo titulado Tlalnepantla traiciona a Baz en un ridículo municipal de antología, Luis Eduardo Maya Lora y Leonardo Páez escribieron: “Infiel a su bautizo político, contrario al espíritu del hombre, del hijo predilecto cuyo nombre acompaña a tal población, el municipio de Tlalnepantla de Baz hace hoy la graciosa huida y se autodeclara improvisado defensor de animales y contrario a los toros, se cuelga de la protección de unos inexistentes bosques y de una supuesta fauna que en ellos imaginariamente habita para ‘no autorizar’ un festejo taurino. No hay para ello un solo fundamento y sí un argumento subjetivo de falaz composición. Así las cosas en las administraciones municipales del maltratado estado de México, en Tlalnepantla presidida por un bufón que no alcanza ni a repetir la tramposa tonada porque tampoco se la sabe. Poco se puede abonar, ya no digamos al arte y la cultura, sino a una vida municipal libre que no restrinja lo que por antojo se pretende prohibir”. ¿Pondrá orden el gobernador priísta del Mazo o secundará tamaño desfiguro?