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Despertar en la IV república

El fraude electoral: verdad o mito

D

esde 1828 los perdedores en los comicios denuncian fraude electoral. Lo han venido haciendo reiteradamente durante toda la vida de la República. Los fraudes del siglo XIX, algunos imputados a Benito Juárez y a Lerdo de Tejada, héroes de la restauración de la República, terminaron en dos insurrecciones armadas encabezadas por Porfirio Díaz, quien decía que la República entraría en paz cuando se logrará eliminar la relección de la Presidencia. ¡Oh, paradoja! Él mismo ¡se religió siete veces! Su última relección en 1910 provocó la rebelión de Madero. Las autoridades negaron el fraude, pero millones creyeron en él, el país se levantó en armas y Díaz tuvo que exiliarse.

La Revolución se complicó mucho, se cree que murieron 1.4 millones de personas, muchas por muerte natural en una revolución, o sea a balazos, pero otras muchas víctimas de la hambruna y de las pestes. Los revolucionarios lograron matarse entre sí hasta lograr pacificar al país. En 1929 se organizaron en un partido único. Según los críticos, este partido que duró en el poder 70 años fue una redición del porfiriato y usó el fraude electoral como un mecanismo de defensa.

Así, la oposición alegó fraude en 1929, en 1940, en 1952, en 1988. Después de que perdió el PRI por primera vez en el año 2000, el presidente panista, Fox, fue acusado en 2006 de orquestar otro fraude. En casi 200 años de acusaciones nunca un fraude ha sido reconocido en México. A partir de 1929 no ha habido ningún levantamiento y los perdedores se han contentado en expresar (a veces ruidosamente) su inconformidad, replegándose dentro de los márgenes de la paz pública y la ley.

¿Para qué discutir y/o especular sobre el fraude electoral si ni siquiera existe en la legislación mexicana? El asunto del fraude electoral parece significarse como la organización auspiciada por el gobierno para interferir en el proceso electoral y alterar los resultados. En los últimos 42 años se han producido 10 o 12 reformas electorales justamente para prevenir los inexistentes fraudes. Hoy en la Ley de Delitos Electorales se establecen más de 200 conductas punibles, pero el fraude electoral genérico no está entre ellas.

Colaboró Meredith González A.