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Kurt Masur y la caída del Muro de Berlín
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Periódico La Jornada
Sábado 9 de noviembre de 2019, p. a16

La sonrisa de Kurt Masur ilumina la escena: miles de mujeres, niños, muchachos, señores, familias enteras desfilan en masa por las calles de Leipzig la noche del 9 de octubre de 1989. Protest der Stille, la Manifestación del Silencio cuya culminación fue, exactamente un mes después, la caída del Muro de Berlín.

Las imágenes son estremecedoras: los manifestantes llevan en sus manos velas mientras la policía que envió el Stasi está armada hasta los dientes y arremete contra las personas.

Todas esas escenas están recogidas en el documental de Oliver Becker, filmado 10 años después: La revolución pacífica y la reunificación alemana.

Este filme es el primer volumen de seis devedés con el título Fall of the Berlin Wall. Der Fall der Berliner Mauer. A musical journey with Leonard Bernstein and Kurt Masur.

Este trabajo monumental es un homenaje a Masur, líder de ese movimiento.

Kurt Masur (Silesia, 1927-Connecticut, 2015) es quizá el último direc-tor de orquesta de categoría suprema, uno de los monstruos sagrados de la tarima frente a la orquesta, lo que algunos llaman ‘‘la vieja escuela’’, aunque en su caso la palabra ‘‘vieja” no corresponde porque el estilo de este gigante (en sentido metafórico y real: era un hombre corpulento, casi dos metros de estatura, un océano de bondad) es una de las aportaciones fundamentales en la historia de la interpretación musical contemporánea.

Ciertamente no es tan conocido como Karajan porque nunca buscó los reflectores, a diferencia del austriaco, líder en mercadotecnia además de gran director de orquesta. Kurt Masur pertenece al gran linaje de los gigantes de la batuta en Alemania: Wilhelm Fürtwaengler y Otto Klemperer son de esa estirpe también.

El autor del Disquero tuvo la fortuna de tratar en persona a Kurt Masur. Era un sabio, un maestro en el sentido clásico del término. Su sentido de la humildad, su discreción para hacer el bien es tan vasto que a la fecha pocos recuerdan que él fue una de las cabezas del gran movimiento social y cultural que dio como resultado la caída del Muro de Berlín.

Formó parte del legendario grupo Die Leipziger Sechs, Los Seis de Leipzig que se reunieron alrededor de la mesita de la cocina de Masur a preparar la estrategia para los miles y miles de ciudadanos que se manifestarían la noche del 9 de octubre en Leipzig.

Dos temas centrales fundaron la proclama de Die Leipziger Sechs: que el Stasi no reprimiera la marcha del silencio y que se declarara la libertad de expresión.

Al triunfo del movimiento, Kurt Masur fue convocado, propuesto y animado a ser presidente de la Alemania unificada, pero él, con su vasto sentido de la humildad, pidió quedarse con la dirección de su amada Gewandhausorchester de Leipzig, solamente. Pidió incluso el anonimato para sus labores diplomáticas y políticas en favor de la revolución silenciosa que triunfó.

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Todo eso quedó registrado en el documental de Oliver Becker:

La piel se eriza frente al monitor: la multitud clama: Wir Sind das Volk! Wir Sind das Volk! Wir Sind das Volk (Nosotros somos el pueblo), una proclama nacida a ras de pavimento, en el resplandor de las noches de cada lunes en la Nikolaikirche como epicentro, un lugar donde la gente se podía sentir segura mientras las calles eran motivo de represión y violencia.

El filme de Becker narra la caída del Muro de Berlín desde el nacimiento de la revolución pacífica, en Leipzig, donde Kurt Masur fungía como director dela legendaria Gewandhausorchester,de la que era en realidad un líder moral.

Ese documental inaugura una saga: en seis devedés vemos el transcurso de la Historia: una vida de conciertos:Kurt Masur y su amada Gewandhausorchester y su rescate de la figura y obrade Felix Mendelssohn-Bartholdy, quien rescató a su vez a Johann Sebastian Bach.

Vemos el concierto de Gala Oficial por la Caída del Muro de Berlín, dirigido en 1989 en Berlín con Leonard Bernstein con la Novena de Beethoven, conmovedor hasta las lágrimas. Fue uno de los últimos conciertos de Lenny Bernstein.

Vemos a Kurt Masur en ensayo con su orquesta, la Gewandhaus; en entrevista dice con gran sentido del humor: ‘‘‘para ser líder se requiere de entereza; no se puede pedir: porfa, sigan mis modestas instrucciones”; en la siguiente escena lo vemos convertido en huracán, dirigiendo Bruckner con su orquesta.

Vemos la historia cultural de Berlín a través de la casa de ópera Kroll. Vemos al demente Hitler inaugurando teatros, planeando centros culturales, dirigiendo discursos de política cultural.

Vemos las contradicciones de la Historia: la falsa austeridad de los gobiernos de izquierda respecto de la cultura: retirar dinero público de proyectos culturales. Ahorrar en identidad cultural.

Vemos, en esta gesta de documentales, la caída del Muro de Berlín.

Escuchemos, a manera de celebración, el genio de Kurt Masur, asequible en Spotify, dirigiendo Bruckner, Beethoven, Bruch...

En una de sus visitas a México, dijo esto al autor de El Disquero: ‘‘Si pensamos en Bruckner, hallamos la apariencia de lo simple. Bruckner es el autor de la máxima simplicidad. Pero si se sigue con atención, se notará que esa simpleza está llena de colores, de significados muy variados. Te materializa, en ese instante, el más alto linaje de los sentimientos que tienes dentro… Humildad… lo único que quiero es que las personas en el entorno sean felices”.

Humildad.

El documental de la caída del Muro de Berlín, hace hoy exactamente 30 años, culmina con las palabras de Kurt Masur frente a la cámara:

‘‘Yo no fui protagonista de ese movimiento, lo fuimos todos; no tuve nada que ver en nuestra revolución pacífica.”

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