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Ver día anteriorDomingo 8 de septiembre de 2019Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Zapata vivo
U

n muy buen museo, no tan concurrido como se merece, es el Nacional de la Estampa (Munae), fundado en 1986 con el fin de promover y difundir la obra gráfica de los artistas mexicanos y extranjeros. Ocupa una hermosa mansión decimonónica situada en la Plaza de la Santa Veracruz, que también alberga al Museo Franz Mayer, frente a la Alameda.

Ahora bajo la dirección de Emilio Payán –él mismo destacado artista plástico–, en el marco del centenario de la muerte del Caudillo del Sur presenta la exposición Zapata vivo a través de la gráfica contemporánea.

Se muestran 100 obras, la mayoría creadas para esta exposición, que conviven con las de artistas cuyos trabajos pertenecen al acervo del Munae y a la rica tradición gráfica mexicana. Les menciono algunos: José Guadalupe Posada, David Alfaro Siqueiros, Leopoldo Méndez, Raúl Anguiano, Arturo García Bustos, Mariana Yampolsky y Alberto Gironella.

Entre los actuales: Rolando de la Rosa, Arnulfo Aquino, Jorge Pérez Vega, Demián Flores y Sergio Sánchez, junto con jóvenes artistas que forman parte de colectivos como María Pistola y los integrantes del taller de grabado láser de la UNAM. También participan jóvenes exponentes de arte urbano que muestran piezas de gráfica experimental.

Esta diversidad nos permite apreciar una gama de técnicas actuales, como grabado en láser, electrólisis, grabado en MDF, en cera, impresiones digitales, chine collé, monotipos y esténcil, entre otras, junto con técnicas tradicionales, como grabado en linóleo, litografía, xilografía, punta seca, aguafuerte y demás.

La muestra expone la vigencia de la figura de Emiliano Zapata que se ha vuelto un símbolo de las luchas sociales, la congruencia, la justicia, el cambio y la libertad. Asimismo, representa batallas contemporáneas: por la equidad, la inclusión, la libertad de expresión y la democracia, entre muchas otras.

Yunuén Sariego, la curadora, explica que la multiplicidad de técnicas nos ofrecen las mil caras de Zapata que narran cómo este líder representa a un sinnúmero de personas en un país tan plural como México.

La exposición está acompañada de actividades paralelas, algunas muy novedosas como el taller tortillas ceremoniales revolucionarias, en el que la artista Alejandra España combina la plática con los participantes sobre temas de la Revolución Mexicana, con la impresión de tortillas grabadas con tintes comestibles.

Otra experiencia muy grata es la que proporciona el grabador Fernando, quien cotidianamente recibe al visitante en el vestíbulo, donde explica distintas técnicas y lo guía para realizar su propio grabado que se lleva a casa.

El disfrute de la exposición nos llevó a releer el libro de Pablo Moctezuma sobre la vida del carismático caudillo, que ha inspirado ese lema tan exclamado en las marchas y manifestaciones: Zapata vive...la lucha sigue.

Como regalo extra, a unos pasos podemos disfrutar de un buen pulque, bebida que seguro disfrutaba el Caudillo del Sur. Recientemente se inauguró el Museo del Pulque y las Pulquerías Tradicionales (Mupyp), el primero en la Ciudad de México. Ocupa un amplio espacio en el precioso edificio del antiguo convento de San Hipólito, en avenida Hidalgo 107-109.

El proyecto lo realizó la Asociación Nacional de Pulquerías Tradicionales (ANPT) que surgió como un colectivo dedicado a la difusión de esa bebida emblemática de la cultura mexicana. Aquí se puede conocer la higiene que es necesaria durante el proceso, sin la cual el pulque se echaría a perder.

Puede estar seguro que es una bebida limpia, sana, refrescante y muy sabrosa. Esto lo puede comprobar en la parte baja del museo, en la pulquería Panana, disfrutando un curado con frutas de temporada o uno natural –mi favorito–; de 13 a 14 horas la botana es gratis. A mí me tocaron unos sopes que bañé con una salsa martajada deliciosa que se sirve al gusto de un gran molcajete. También hay una carta breve pero sustanciosa: mixiotes, chicharrón en salsa verde, barbacoa y mole, todo lo que se necesita para taquear a gusto.