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Desde otras ciudades

El debate romano por conservar limpios sus monumentos ante la invasión de turistas y vendedores

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▲ Frente a la Piazza di Spagna la simbólica escalinata de la Chiesa di Trinita dei Monti es común que esté atestada de vendedores de recuerdos y de rosas.Foto La Jornada
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as autoridades de Roma se vieron forzados a prohibir a los turistas sentarse y comer en la escalinata de la iglesia de Trinidad de los Montes, una de las joyas arquitectónicas en esa ciudad, con la advertencia de que impondrán altas multas.

La decisión, tomada a principios de la temporada de verano, también hace hincapié a la prohibición de instalarse en lugares públicos vestidos en forma indecente y exige mantener el decoro.

La orden se extiende a todos los monumentos, al patrimonio histórico, artístico y arqueológico de la ciudad, incluidas también las fuentes y escaleras, que abundan por toda la cuna del antiguo imperio.

El reglamento se aplica en forma particular a la célebre escalinata de la iglesia de Trinidad de los Montes, con multas que van desde los 150 hasta 400 euros, en caso de conducta grave, según los medios italianos.

La policía utilizó silbatos para advertir a los turistas que no pueden sentarse en los famosos escalones, localizados en una zona privilegiada del centro histórico.

La escalinata, con vista a la Plaza de España, es uno de los sitios turísticos más famosos de la capital italiana y en septiembre de 2016 fue abierta tras un año de limpieza y mantenimiento extraordinarios, cuyos trabajos fueron financiados por el joyero Bulgari.

La escalinata recuperó así la blancura del mármol original, diseñada por el arquitecto Francesco de Sanctis, entre 1723 y 1726, por iniciativa de Francia, propietaria de la iglesia.

Compuesta por 135 escalones repartidos en tres niveles, no había sido restaurada en 20 años.

Después de las labores surgió una verdadera controversia en Roma, entre aquellos que pedían el cierre nocturno por el temor a que regresaran las personas sin hogar y los vendedores ambulantes, y aquellos que se oponían.

El presidente del Grupo Bulgari, Paolo Bulgari, cuya tienda se encuentra cerca, reconoció que estaba preocupado por un probable regreso de los bárbaros, los vendedores ambulantes.

La alcaldesa Virginia Raggi decidió que la escalera permanecerá accesible día y noche para el público y prometió hacer todo lo posible para evitar la degradación del monumento con un aumento de los controles policiacos.

Afp