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Ante la inminente trituración de Dulcinea encantada, su autora le hace una antipresentación
 
Periódico La Jornada
Lunes 26 de agosto de 2019, p. a10

La novela Dulcinea encantada, de la escritora Angelina Muñiz-Huberman, está condenada a muerte. En unos meses los ejemplares que quedan de ese libro, publicado en 1993 por la editorial Joaquín Mortiz y ahora por el sello Tusquets, del grupo Planeta, serán triturados.

Por ello, la poeta y profesora universitaria compró un centenar de ejemplares y organizó, la noche de este sábado, una antipresentación en el mismo local donde hace 26 años lo dio a conocer: la librería Bonilla, que antes estaba en la calle de Francia y ahora se localiza en la avenida Miguel Ángel de Quevedo.

Dulcinea encantada, con el que Angelina Muñiz-Huberman obtuvo el Premio Internacional de NovelaSor Juana Inés de la Cruz en 1993, se publicó en ese año y ha tenido varias ediciones, se ha traducido a varias lenguas y ahora se publicará en inglés. La edición apareció oficialmente con Joaquín Díez-Canedo en Joaquín Mortiz. Y esta edición es de Tusquets. Me llamaron de Planeta (grupo que posee la editorial Tusquets) y me dijeron que van a destruir (los ejemplares), así que ésta es una especie de despedida, pero no triste, sino alegre, y pensé en que fuera una antipresentación.

La primera parte de este acto fue la charla que la autora de La memoria del aire contó acerca de cómo fue el proceso de escritura de Dulcinea encantada. Escrito-ra desde la infancia, un día pensó que se tenía que escribir acerca del exilio español, del que este año se conmemoran 80 años, pero esperaba que alguien más lo hiciera. En la preparatoria, mi maestro Arturo Souto decía lo mismo. Con el paso del tiempo empecé a escribir un libro, pero no me salía, y otro, pero tampoco me salía. Un día, yendo por el Periférico, llegó la revelación o, como cuento en el libro, la sensación de que había descubierto algo.

Revelaciones de Angelina Muñiz-Huberman

Leyó el inicio del libro que habla acerca de eso y citó: Creías no tener memoria de las cosas, creías carecer de recuerdos. Porque nada más vivías de los que te habían transmitido, de los que te habían contado. Pero, de pronto, entre palabras de fondo que apenas entiendes, ocurre la revelación: sí tienes recuerdos. Recuerdos tuyos. Que te pertenecen. Que no son de nadie. Tuyos. Exclusivamente tuyos.

Vino el personaje, Dulcinea, una mujer que perteneció a los niños salvados de la Guerra Civil española, pero cuyo destino no fue México, sino Rusia, y su encuentro con sus padres, quienes sí llegaron a tierras mexicanas, después de la Segunda Guerra Mundial. Pero también es Dulcinea en la Edad Media y su amante Amadís; Dulcinea que recuerda y que escribe dos novelas al mismo tiempo, pero en su mente, nunca en el papel. Fui viendo todos los aspectos, además de un tono del fin de los tiempos, porque el exilio se terminó hace mucho tiempo.

Es un libro transgresor, no está dividido en capítulos, hay referencias a la pintura, la literatura, la música, y hay que leerlo sin saltarse páginas.

Dulcinea encantada va de lo trágico a lo burlesco. Es la palabra puesta a circular, como ocurre con el automóvil en el que va Dulcinea cuando tiene esa sensación de haber descubierto algo. También es lo que ahora se llama un libro de autoficción, en el que me burlo de cómo escribimos yo y otros escritores.

La segunda parte de la anti-presentación fue la lectura de fragmentos de la novela por parte del público que, incrédulo, escuchó que Dulcinea encantada sería llevada a la trituradora en una semana, sin poder explicarse por qué las editoriales no los regalan, esos y otros títulos condenados a muerte; escucharon que ante el anuncio de la editorial, Angelina Muñiz Huberman compró a la editorial un centenar de ejemplares puestos a la venta al costo, es decir, a 50 pesos, aunque a ella le costaron más caros, y logró que la editorial aplazara la condena hasta enero próximo.

Dulcinea encantada está a la venta en la librería Bonilla (avenida Miguel Ángel de Quevedo 477, en la colonia Romero de Terreros).