Sociedad y Justicia
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Son demoníacos, relato de sordomudos violados en Argentina
 
Periódico La Jornada
Lunes 5 de agosto de 2019, p. 34

Mendoza. A sus 18 años, Ezequiel Villalonga descree de la Iglesia católica. Sordomudo, pasó años en el instituto especializado Próvolo, que se convirtió en un infierno de abusos para él y sus compañeros, un caso que estremece a Argentina y cuyo juicio empieza este lunes.

Yo pienso que la Iglesia, todo adentro, es falso. Todo lo que nos hacen leer, decir, cómo debe ser la persona... Son falsos y demoníacos, expresa en lengua de señas que aprendió de grande.

Tenía siete meses cuando su mamá, Natalia, supo que era sordo. Poco después comenzó con estimulación en el prestigioso Próvolo de Mendoza, dedicado a la enseñanza de niños con discapacidad auditiva o trastornos del lenguaje y que le habían recomendado como uno de los mejores.

Desde los 4 años y hasta los 16, cuando estalló el caso y se cerró el instituto, Ezequiel estuvo interno allí y solo volvía a su casa los fines de semana.

Era muy mala la vida ahí adentro, nosotros no aprendíamos nada, no teníamos comunicación, no sabíamos lengua de señas, escribíamos y no sabíamos qué, preguntábamos a otros compañeros y, también, nadie entendía nada, cuenta en la sede de la ONG humanitaria Xumek (sol, en lengua indígena huarpe), a la que pertenece su abogado.

Su testimonio, grabado en cámara gesell durante la instrucción de la causa, es uno de los relatos de una veintena de víctimas menores que se conocerá en el juicio contra los curas Nicola Corradi (83) y Horacio Corbacho (59), y el jardinero Armando Gómez (49), quienes podrían ser condenados hasta a 50 años de prisión.

Yo quiero que todos estén ya con una pena. Corbacho, Corradi y Gómez y así seamos todos felices, confiesa Ezequiel.

Paola González se quiebra cuando recuerda el momento en que le confirmaron que su hija Milagros, hoy de 16 años, había sido abusada en el prestigioso colegio gratuito en el que había confiado.

Si hubieras visto su cuerpito y estatura cuando entró. Era muy chiquita. Yo no entiendo, no puedo concebir tanta maldad. ¿Cómo son capaces de hacerle daño a un ser tan frágil?, se pregunta.

A fines de 2016, dos testigos protegidos iniciaron la causa con su denuncia de abusos sexuales. La prensa lo reportó y la alarma se encendió entre las familias.

Le pregunté (si había sufrido abusos). Lo único que hizo ella fue sentarse y hacer la seña de que le desprendían el pantalón y se lo bajaban y bajó de nuevo su mirada, recuerda con precisión.

El paso siguiente fue presentar-se en la fiscalía con su hija, casi imposibilitada de comunicarse. Una médica forense dijo que no se veían lesiones externas y Paola sintió alivio.

Pero el examen prosiguió: Y ahí te dicen lo que ningún padre o madre quiere escuchar: que tu hijo ha sido abusado por mu-cho tiempo.

Delante de tu hija no podés llorar, por más amor (que sientas). Es ella, son ellos los que pasaron todo eso. A partir de ese momento es convertir el dolor en lucha, agrega esta empleada de limpieza, madre de siete hijos. Es una gran victoria que la causa se ha elevado a jui-cio, valora.