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De nuestras jornadas

Persisten las mafias del poder en la cultura

E

l Centro Cultural Tijuana (Cecut) y la Secretaría de Cultura (federal) lanzaron en mayo pasado la convocatoria al Premio Nacional de Poesía Joven Raúl Rincón Meza, poeta tijuanense cuya obra es escasamente conocida. El galardón ha causado controversia, no por la calidad de la obra de Rincón, sino porque una vez más el pequeño grupo que controla los presupuestos culturales oficiales en Baja California se comporta como secta.

Raúl Rincón Meza falleció el pasado 24 de marzo. Traductor, académico y en algún momento editor del suplemento cultural Identidad del periódico El Mexicano. El uso de su nombre para la primera edición de un premio nacional de poesía es visto como un acto de amiguismo de Jaime Cháidez, editor durante muchos años del suplemento mencionado y ahora uno de los subdirectores del Cecut, donde consiguió que le crearan un puesto dentro del organigrama.

Póngale el nombre de su cuate difunto a un premio nacional, tituló un medio de la Ciudad de México a propósito de la convocatoria. El tema del uso de recursos públicos con fines personales, así sea para homenajear a un amigo muerto, está fuera de lugar. El comentario desde la capital del país alude despectivamente al hecho de dar a un premio nacional de poesía el nombre de una gloria estatal. Y el debate se ha desviado hacia los problemas de un país centralista donde se piensa que lo que ocurre en la Ciudad de México tiene carácter nacional y todo lo demás pasa en la provincia.

La región cultural Tijuana-San Diego tiene características muy particulares y sus productos literarios están mejor documentados por instituciones y medios de Estados Unidos a partir de la cercanía y el conocimiento que hermanan –con todo y el racismo– desde la perspectiva de que se trata de una literatura de frontera, así que siempre está ahí la punzada que provoca que el centro del país al que uno pertenece lo mire por encima del hombro. Pero no debería desviarse el debate. El asunto es el uso de los recursos públicos con una visión del club, de grupo de amigos, de mafias del poder (en este caso cultural) de las que tanto habló Andrés Manuel López Obrador y que todos creían extintas con la Cuarta Transformación. No es el caso.