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No me ames
S

in lugar para los débiles. La trama de No me ames (Love me not, 2017), cuarto largometraje del griego Alexandros Avranas (Miss Violence, 2013), transcurre casi enteramente en un sofocante espacio doméstico. Con una atmósfera de obra teatral y un laborioso guión cargado de pistas falsas, el realizador refiere la experiencia de una pareja conyugal de clase acomodada, de la cual ignoramos siempre los nombres, que acepta como invitada en su hogar a una joven inmigrante (Célestine Aposporis) a la que han contratado como madre sustituta. Cabe suponer que los reiterados intentos fallidos por tener un hijo propio ha conducido a los cónyuges (interpretados con sequedad por Eleni Roussinou y Christos Loulis) a recurrir ya no al expediente de una inseminación artificial anónima, sino al alquiler del vientre de esa joven desconocida, con quien procuran tener un trato amable, a pesar de su fría disposición para cumplir, metódicamente, con su parte del contrato.

Lo primero que sorprende en este nuevo filme de Avranas es la disección de las relaciones emocionales de los tres personajes, manejadas continuamente como meras transacciones mercantiles. No hay un asomo de afecto o empatía entre las partes contratantes, sólo el regateo financiero más pedestre (un pago menor en caso de un aborto accidental, compensable, tal vez, por una tarifa extra en el caso de engendrar gemelos, en una curiosa lógica de mercado). Lo que sigue es un largo cruce de recelos y suspicacias, juegos de poder y de masacre, entre la joven migrante y la pareja conyugal. Es el tipo de chantaje sordo y maliciosas estrategias de seducción que remite al cine del galo François Ozon (Swimming pool, 2003), pero que pronto adquiere tintes tan siniestros como los que despliega el compatriota griego Yorgos Lanthimos en El sacrificio del ciervo sagrado (2017).

La perversidad moral de No me ames conduce el argumento, sin embargo, por un camino muy distinto al esperado. Del drama doméstico se transita hacia una intriga de suspenso neo-noir que a su vez deriva en un tercer acto cargado de crueldad. Imposible precisar la naturaleza del vuelco narrativo de Avranas sin vender la trama. Baste señalar, como pista sugerente, la inspiración posible de un clásico del género como Pacto de sangre (Double indemnity, 1944), de Billy Wilder y el perturbador parentesco con el sadismo de Juegos divertidos (Funny Games,1997), del austriaco Michael Haneke. Aunque a diferencia de aquellos maestros, el estilo seco y la violencia de género que expone, sin ambages, el cineasta griego tal vez cargue demasiado las tintas, lo que no deja de suscitar cierto nerviosismo en buena parte del público

Si bien en las primeras dos partes de lo que semeja un tríptico del horror doméstico, el espectador asiste fascinado a los ejercicios de manipulación a que se libran los personajes, hacia la parte final es ese mismo espectador el que pudiera sentirse, a su vez, burdamente manipulado. En la gélida narración de estos hechos sórdidos (el alquiler del vientre que da paso a una maquinación criminal) cabe imaginar una suerte de metáfora del grado de descomposición moral de una sociedad griega en continua debacle económica. Pero esa lectura sería muy simplista y posiblemente alejada de las intenciones del director. Lo que prevalece como distinción del filme es un tratamiento estilístico muy peculiar del drama doméstico, una estética de lo bizarro que transforma toda inexpresividad emocional en un instrumento de brutalidad y de sadismo. Una forma de apreciar No me ames es como una fábula de la amoralidad absoluta. En ese sentido, no habrá en el relato un espacio para la redención moral ni para la ejemplaridad del castigo. Sólo un acercamiento más del cine griego al terreno depurado de la tragedia. En ello estriba, si no el muy improbable atractivo de la cinta, al menos sí toda la fuerza de su pesimismo moral y de su provocación perturbadora. A un paso aparentemente de la misoginia total; más cerca, sin embargo, de un desencanto mayor con el conjunto de la especie humana.

Se exhibe en salas comerciales y en la Cineteca Nacional (Sala 2, a las 20:45 horas).

Twitter: CarlosBonfil1