Opinión
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Infancia y sociedad

Sócrates en la escuela

A

unque han pasado unos 2 mil 400 años desde que Sócrates dialogaba en las plazas de Atenas, algunos filósofos queremos rescatar sus métodos para enfrentar la crisis que padece nuestro sistema educativo. Sócrates amplió el significado de la palabra mayéutica –del griego maieutiké, que se refiere al arte de ayudar a las mujeres a parir a sus niños– y lo focalizó en dar a luz el conocimiento y la conciencia. El método socrático consiste en partir de preguntas de intención filosófica para que el interlocutor o alumno busquen respuestas, construyan y den a luz a su propio saber. A partir de este esquema se puede pensar en diseñar una pedagogía socrática.

La mayéutica como método pedagógico es muy relevante para la educación, porque asume que los conocimientos no están cerrados, fijos y afuera para ser depositados en el estudiante como si su mente fuera recipiente vacío. Es a través del diálogo con el maestro, con las ideas, con el conocimiento y con los compañeros de clase como el alumno ejercita y desarrolla pensamiento y conciencia.

Tenemos que ser capaces de inculcar en los jóvenes el pensamiento crítico de Sócrates y enseñarles cómo debatir, argumentar y defender sus ideas, afirma la filósofa estadunidense Martha Nussbaum (Príncipe de Asturias 2012) en su libro Sin fines de lucro; también asegura que la educación humanística es el principal ingrediente para la salud de la democracia: hay que formar ciudadanos y no dóciles individuos rentables. Por su parte, el filósofo madrileño Gabriel Almazán escribe: No sé si era consciente o no, pero cuando Sócrates dialogaba en Atenas estaba inventando el mejor método pedagógico que se ha conocido.

Sócrates fue considerado el hombre más sabio de Atenas y cuando se lo dijeron reaccionó para dejar claro que el conocimiento es inabarcable y que nadie posee la verdad toda. Exclamó entonces: Yo sólo sé que no sé nada. Esa frase milenaria que rescató Platón suele identificarse como paradigma de la docta ignorancia, que es lo contrario a la soberbia ignorancia de aquellos que creen saberlo todo y que son descritos así: Es tan grande su ignorancia que no saben que no saben. Otra virtud del Tábano de Atenas que debemos imitar maestros y políticos es la capacidad de escuchar a los otros tanto en las aulas como en las ágoras democráticas.