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México en la globalización
E

l término globalización ha adquirido una fuerte carga emotiva. Algunos consideran que es un proceso benéfico –para el desarrollo económico futuro en el mundo–, a la vez que inevitable e irreversible. Otros la ven con hostilidad, incluso temor, debido a que consideran que suscita mayor desigualdad dentro de cada país y entre los distintos países, amenaza el empleo y las condiciones de vida, y obstaculiza el progreso social. En este artículo se analizan de manera general algunos aspectos de la globalización y se identifica en qué forma los países pueden aprovechar las ventajas de este proceso, evaluando desde una óptica realista sus posibilidades y riesgos.

La globalización ofrece grandes oportunidades de alcanzar un desarrollo mundial, pero no avanza de manera uniforme. En los países que se han integrado, el crecimiento económico es más rápido y la pobreza disminuye. Como resultado de la aplicación de políticas de apertura la mayor parte de los países de Asia oriental, que eran los más pobres del mundo hace 40 años, se han convertido en países dinámicos y prósperos. Asimismo, a medida que mejoraron sus condiciones de vida avanzaron en el proceso democrático y en el plano económico, logrando progreso el medio ambiente y las condiciones de trabajo.

Las crisis de los mercados emergentes en los años noventa han mostrado que las oportunidades de la globalización tienen como contrapartida el riesgo de la volatilidad de los flujos de capital y el riesgo de deterioro de la situación social, económica y ambiental como consecuencia de la pobreza. Para todas las partes interesadas –en los países en desarrollo o los países avanzados y, por supuesto, para los inversionistas– esta no es una razón para dar marcha atrás, sino para respaldar reformas que fortalezcan las economías y el sistema financiero mundial de modo de lograr un crecimiento más rápido y garantizar la reducción de la pobreza.

¿Cómo se puede ayudar a los países en desarrollo, especialmente a los más pobres, a recuperar el terreno perdido? ¿La globalización agrava la desigualdad o puede ayudar a reducir la pobreza? ¿Se exponen inevitablemente a la inestabilidad los países integrados a la economía mundial? Estas son algunas de las preguntas a las que procuran responder los economistas de hoy.

La globalización no es un fenómeno reciente, pero la integración de los mercados financieros ha sido posible gracias a las comunicaciones electró­nicas modernas. En el siglo XX hubo un crecimiento económico sin precedente, que casi quintuplicó el PIB mundial per cápita. Sin embargo, este crecimiento no fue regular, ya que la mayor ex­pansión se concentró en la segunda mitad del siglo, periodo de rápida expansión del comercio exterior acompañada de un proceso de liberalización comercial y en general de la liberalización de las corrientes financieras. El siglo XX estuvo marcado por un notable crecimiento del nivel medio de ingresos, pero los datos muestran que este crecimiento no estuvo repartido de manera igualitaria. Se amplió la brecha entre países ricos y pobres, así como entre los sectores ricos y pobres dentro de cada país.

La globalización supone una integración cada vez mayor del comercio mundial y los mercados financieros. Pero, ¿en qué medida han participado los países en desarrollo en esta integración? Los esfuerzos de estas naciones para ponerse a la par de las economías avanzadas han tenido resultados dispares. En algunos países –sobre todo asiáticos– el ingreso per cápita se aproxima con rapidez a los niveles alcanzados en los países industriales. Un mayor número de países en desarrollo sólo ha avanzado lentamente o ha perdido terreno. Espe­cíficamente, en África el ingreso por persona se redujo en comparación con los países industriales, y en algunos países disminuyó en términos absolutos.

Movimientos de capital. También podría ilustrarse un fenómeno que muchas personas asocian a la globalización: un fuerte aumento de los flujos de capital privado hacia los países en desarrollo durante gran parte de los años noventa. También podría mostrarse que a) el aumento se produjo tras un periodo, en los años ochenta, en que los flujos financieros fueron especialmente limitados. Además, los flujos oficiales de ayuda o asistencia para el desarrollo dismi­nuyeron considerablemente desde principios de los años ochenta, y b) la composición de los flujos privados se ha modificado de manera extraordinaria. La inversión extranjera directa ha pasado a ser la categoría más importante. La inversión de cartera y el crédito bancario aumentaron, pero han mostrado mayor inestabilidad, y se redujeron de manera abrupta a raíz de las crisis financieras de finales de los años noventa.

Migraciones. Los trabajadores se desplazan de un país a otro en parte en busca de mejores oportunidades de empleo. El número de personas en esta situación aún es bastante pequeño, pero en el periodo 1965-90 la mano de obra extranjera aumentó en casi 50 por ciento en todo el mundo. La mayor parte de las migraciones se produjeron entre países en desarrollo. No obstante, la corriente migratoria hacia las economías avanzadas probablemente dé lugar a una convergencia de los salarios a escala mundial. También es posible que los trabajadores regresen a las naciones en desarrollo y que los salarios aumenten en estos países.

Difusión de los conocimientos (y la tecnología). El intercambio de información es un aspecto de la globalización que a menudo se pasa por alto. Por ejemplo, la inversión extranjera directa da lugar no sólo a una expansión del capital físico, sino también a la innovación técnica. Con carácter más general, la información sobre métodos de producción, técnicas de gestión, mercados de exportación y políticas económicas está disponible a un costo muy bajo y representa un recurso muy valioso para los países en desarrollo.